Los héroes nos cuentan historias, historias que forman parte de España. Historias de héroes españoles como son las vidas de don Blas de Lezo y Olavarrieta, de don Álvaro de Bazán Guzmán, de don Cosme Damián Churruca, don Antonio Escaño García, de don Dionisio Alcalá Galiano, de don Cayetano Valdés Flores, de don Casto Méndez Núñez, de don Juan José de Austria, de don Ignacio María de Álava, de don Juan Sebastián de Elcano, de don Ramón de Bonifaz, de don Roger de Lauria, de don Antonio Barceló, de don Juan Bautista de Antequera, de don Pascual Cervera y Topete, de don Luis de Córdoba y Córdoba, de don Cristóbal Colón, don Andrea Doria y don Federico Carlos duque de Gravina, don Jorge Juan y Santacilia, de don Juan de Lángara y Huarte, de don Miguel López de Legazpi, de don Santiago Liniers y Bremond, de don Fernando de Magallanes, don Narciso de Monturiol, don Vasco Núñez de Balboa, don Antonio de Oquendo, de don Isaac Peral y Caballero, de don José Patiño, de don Juan Bautista Topete, de don Fernando de Villamil, don Juan de la Cosa…
[…] Y más que fueron ayer,
Que otros mañana vendrán
Y que a España servirán,
Hombres de mar han de ser.
Héroes, Historia, Mar y España. El Museo Naval de Madrid, donde habitan los héroes.
El origen del Museo Naval hay que buscarlo en el año 1792 de la mano de Antonio Valdés y Fernández Bazán Secretario de Marina de Carlos IV. Desde entonces hasta ahora no ha hecho más que crecer y crecer, sobre todo en fama y prestigio, siendo hoy uno de los museos navales mejor considerados de toda Europa.
Son veinticuatro salas ordenadas cronológicamente desde el siglo XV hasta la actualidad y una sala de exposiciones temporales. Nueve de las salas son monográficas dedicadas a la construcción naval, ciencia náutica, descubrimientos geográficos, cámara del comandante, etc… Veinticuatro salas por donde veremos la evolución de la historia Naval de España, o lo que es lo mismo, la evolución del mundo, pues ayer el mundo fue español.
Martín Cortés de Albazar dijo:
«Navegar no es otra cosa sino caminar sobre las aguas de un lugar a otro. Este camino difiere de los de la tierra en tres cosas. El de la tierra es firme, este flexible, el de la tierra quedo, este movible, el de la tierra señalado y el de la mar ignoto».
La magnificencia del museo comienza con una sala dedicada a la época de los Reyes Católicos y el periodo que va de 1474 a 1517.
El Descubrimiento del Nuevo Mundo comandado por Cristóbal Colón con únicamente tres naves: las carabelas Pinta y Niña y la nao Santa María, nave capitana de Cristóbal Colón arribando a las costas de Guanahani que Colón renombró como San Salvador. La expedición había partido meses antes del Puerto de Palos de la Frontera y fue Rodrigo de Triana quien tuvo el gran honor de ser el primero en avistar tierra desde la Pinta pasadas dos horas de la medianoche del 11 al 12 de octubre.

El Tratado de Tordesillas, por el cual españoles y portugueses repartieron el mundo entre ellos en 1494, fijando una línea divisoria 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, asegurando los portugueses su ruta de las especias y los españoles sus nuevos descubrimientos. Mientras, Europa es testigo impotente. El rey de Francia, Francisco I, así se quejaba:
«Quisiera ver el testamento de nuestro padre Adán por el cual repartió el mundo entre españoles y portugueses, sin dejarme a mí ni un palmo».

Allí donde habitan los héroes, nada más y nada menos que don Juan de Austria, héroe de la Batalla de Lepanto donde Europa, liderada por España marcó en el Mediterráneo la frontera con el turco. Un veterano de galeras de cuyo nombre no quiero acordarme se refirió a ella como:
«La más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros».
Avanzando encontramos tres salas seguidas dedicadas a la Guerra de Sucesión española, Felipe V, Fernando VI, Carlos III Y Carlos IV, la casa Borbón y el periodo de 1700 a 1805. Los episodios se amontonan, la pérdida de Gibraltar, la creación de la bandera de España, periodo de la Ilustración, arsenales y academias y al final, la muerte en Trafalgar.

Pero un héroe se levanta por encima de los demás. Un héroe manco, tuerto y cojo. Los británicos formaron la mayor flota jamás vista por el mundo en dos siglos desde la Felicísima Armada y que tardaría en ver otros dos más al reunirse la flota aliada de la Segunda Guerra Mundial en el Canal de la Mancha con motivo del desembarco de Normandía. Don Blas de Lezo y Olavarrieta al mando de 6 navíos, contra Vernon, al mando de 8 navíos de tres puentes, 28 de dos puentes, 12 fragatas y 130 embarcaciones de transporte. La arrogancia británica se plasma en medallas y monedas conmemorativas mostrando a Lezo arrodillado frente a Vernon entregando su sable.
Monedas y medallas acuñadas antes de la batalla pues muy seguros se creían de la victoria y que por supuesto quedaron para la posteridad. Algunas de ellas se pueden ver hoy en el Museo Naval de Madrid. La victoria de Lezo fue tal, que el rey de Inglaterra prohibió hablar de lo sucedido bajo pena de muerte, tanto fue así, que en la tumba de Vernon se lee:
«[…] Conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria».
El San Diego, sala monográfica de esta nave desconocida que formaba parte de los galeones de Manila haciendo la ruta Nueva España-Manila comerciando con plata de América y bienes chinos. Después de entablar combate con los holandeses que pretendían las Filipinas y derrotarlos, a su regreso al puerto de Cavite se hunde por culpa de una vía de agua provocada en el combate. Sus restos descansan hoy entre el Museo Nacional de Filipinas y el Museo Naval de Madrid, su carga, entre otros tesoros, porcelana china de la dinastía Ming.
Nos encontramos ahora en una de las grandes salas del Museo Naval de Madrid. La sala monográfica dedicada a los Arsenales y a la Construcción Naval del siglo XVIII. Una sala que engrandece el espíritu y empequeñece a la persona. Los grandes navíos de la Armada son de esta época. Nombres propios de fama mundial son Gaztañeta, Jorge Juan, Romero de Landa y Gautier quienes construirían los mejores navíos para la armada española. Los conocidos como «Ildefonsinos» de 74 cañones y que su diseño nació del arsenal de Cartagena: San Ildefonso, Conquistador, Monarca, Intrépido, Pelayo, San Francisco de Paula, San Telmo y Europa.
También los «Reales» o «Meregildos», ocho unidades de 112 cañones armables hasta 120: el Santa Ana, el San Hermenegildo, Real Carlos, Príncipe de Asturias, Mejicano, Conde de Regla, Salvador del mundo y Reina María Luisa. Los grandes arsenales son protagonistas, La Habana, donde Mullán comienza aquella construcción que resultará de enormidad ante el mundo, el Santísima Trinidad. La Carraca, arsenal de San Fernando, Cádiz, donde en el original de madera de la monumental Puerta de Mar que se encuentra en el Museo naval de Madrid se puede leer:
«Tu regere imperio fluctus Hispane memento».



Sin perder de vista las salas monográficas seguimos el resplandor de una de ellas, no sólo por sus dorados sino por los instrumentos que en ella se encuentran. La ciencia náutica del siglo XV al XVIII. Sextantes, astrolabios, compases… españoles y portugueses que enseñaron a navegar a Europa. Y en sus laterales dos salas majestuosas, la del Real Patronato del Museo Naval cuyo presidente de honor es Su Majestad el rey don Juan Carlos I y justo enfrente una reproducción de la cámara del comandante de un navío de la época.
Los dorados científicos no se quedan en su sala dedicada a la ciencia náutica, se extienden hasta el salón dedicado a los descubrimientos geográficos. Pared con un mural singular donde el mar es oro y la tierra quiere ser mar y una obra maestra, única, el portulano de Juan de la Cosa primer mapa del Nuevo Mundo.



Dejamos por un momento la ciencia y los descubrimientos para ocuparnos de la época de Fernando VII, la Guerra de la Independencia y el periodo de 1805 a 1833, con una marina sin barcos y arruinada, mala época ésta para unos héroes que se olvidan. Churruca, Escaño, Galiano, Cisneros, Gravina… una época que vaticina el final de los héroes.
Llegamos a la sala más singular y extraña del museo. La dedicada a armas de diferentes pueblos indígenas de todos los rincones del Pacífico hechas con todo tipo de materiales.
James Cook diría tras su viaje a la isla de Thaití:
«Cualesquiera que fuesen las intenciones de los españoles al visitar esta isla, parece ser que han hecho grandes esfuerzos para captar la buena disposición de sus habitantes. En efecto, estos indígenas, en todas las ocasiones, hablan de los españoles con sinceras expresiones de estima y veneración».
Ya se atisba la decadencia. Las campañas de Cuba, Santo Domingo, el Norte de África y Filipinas. El desastre del 98 y el engaño de los yanquis con la explosión interna del Maine que desató la Guerra Hispanoamericana.
Poco a poco llegamos al final, pasando por una sala que recuerda a uno de los últimos héroes que habitan en el Museo Naval de Madrid. Don Casto Méndez Núñez, la Campaña del Pacífico y la primera circunnavegación de un barco blindado, la Numancia. El efecto de un cañonazo en el blindaje de la fragata Numancia que desde luego no deja indiferente a nadie se muestra como pieza principal en una sala donde nada es secundario. A continuación, la época de Amadeo I, Primera República, Alfonso XII y regencia de María Cristina inician el recorrido ya por el siglo XX.

Y ahora otra de las salas principales del Museo Naval de Madrid, la dedicada a la Construcción Naval durante los siglos XIX y XX enormes maquetas de acorazados, blindados…, buques como Almansa, Blanca, Nautilus, Asturias, predecesores todos de dos que destaco, el Juan Sebastián de Elcano y el Galatea, proyecciones en el mar de la belleza marinera.
Tres salas contiguas albergan tesoros de la Armada de la época de Alfonso XIII, Segunda República y Guerra Civil y la sala que va desde Francisco Franco hasta la actualidad. En esta última encontraremos maquetas de los buques más modernos de la armada española las F-100 o el Juan Carlos I o míticos como el portaaeronaves Dédalo antes USS Cabot.
Han leído esto con mucho detenimiento, vuelvan a releerlo y no podrán hacerse una idea de lo que les espera en el Museo Naval de Madrid. Vayan, visítenlo, recorran la Historia de España de manos de nuestros héroes, de nuestros barcos, de nuestras batallas… porque allí donde habitan es la casa de todos, porque allí encontraréis:
Héroes, Historia, Mar y España. El Museo Naval de Madrid, donde habitan los héroes.



Sólo me queda agradecer de corazón toda la ayuda recibida por el Museo Naval de Madrid. Desde que me puse en contacto con ellos diciéndoles que El camino de los héroes, un blog modesto pero con ganas de contribuir a la divulgación de la Cultura de Defensa, quería ser compañero y colaborador fiel del Museo Naval en esto de dar a conocer los tesoros de la Historia Naval no me pusieron ninguna objeción, todo lo contrario, con ánimos, ayuda y cordialidad fue el recibimiento. Con facilidades, confianza y cercanía el desarrollo de la jornada y espero que ahora vean en este colaborador para la divulgación de la Cultura de Defensa, en este caso de la Historia Naval, un amigo y compañero que deja este blog, El camino de los héroes, a su disposición para lo que necesiten.
El camino de los héroes tratará periódicamente de incentivar la Cultura Naval, un nuevo reto que se asume con mucha ilusión y esperanza. Espero que os guste.
Gracias de corazón a todo el equipo que forma parte del Museo Naval de Madrid, al Cuartel General de la Armada y gracias finalmente a todos los héroes anónimos que forman parte de la Armada Española.
Museo Naval de Madrid, Paseo del Prado, 5, 28014 Madrid
Horario: de martes a domingo desde las 10:00 hasta las 19:00 Cerrado por obras de acondicionamiento