China, tecnología y la pugna por el futuro ¿El 5G en las manos de qué potencia?
Los coroneles chinos Quiao Liang y Wang Xiangsui publicaron en 1999 un libro en Pekín titulado: La guerra irrestricta, donde analizan las vulnerbilidades de sus «enemigos» de occidente. Con poca repercusión entonces, puede merecer la pena prestarle algo de atención hoy, con China como protagonista.
La generalidad de la guerra irrestricta mantiene una única norma y es que no existen normas, nada está prohibido. Trasciende los límites y dimensiones de lo militar y lo no militar. Todo puede ser susceptible de interferir en la vida cotidiana de occidente, que es el verdadero objetivo en este tipo de guerra.
China es el agente paradigmático en este tipo de conflictos, expandiéndose por los cinco continentes, tomando iniciativas desde hace varios años. China ha dejado de ser una potencia latente para serlo ya en toda su concepción. El gigante ha despertado.
China tiene muy claro que el campo de batalla se encuentra en todas partes, que la tecnología es el engranaje del siglo XXI y la globalización el caballo de Troya capaz de llegar a todos los rincones del mundo.
¿Cuáles son las claves de actuación en este sentido? El uso de la información y de la desinformación a conveniencia; interferencia en el mercado internacional; nuevas vías de comunicación. Chips, satélites, telefonía móvil, tierras raras, intelegencia artificial, sistemas de comunicaciones, espacio y ciberespacio y todo ello se verá afectado por la próxima revolución en las comunicaciones, que en realidad ya está teniendo lugar, el 5G.
No se trata de una guerra donde la beligerancia militar vaya a más. El conflicto bélico dibujará lineas difusas con respecto a los enfrentamientos comerciales, tecnológicos o económicos. La violencia convencional de las guerras pasadas no irá a más necesariamente, pero sí los enfrentamientos, los conflictos con líneas difusas, y no se sabrá dónde empiezan y dónde acaban, para vivir permanentemente en un estado de no guerra y de no paz. De la sangre del campo de batalla a la desinformación como arma letal que destruye un modo de vida (lo estamos viendo ya).
Hoy China es el mayor acreedor mundial (papel que ocupaba desde 1947 EE.UU) y por tal motivo tendrá que ejercer un liderazgo alcanzado no sólo por méritos propios, sino también por una parálisis occidental que se tercia más hacia una incompetencia política incapaz de asumir ningún tipo de liderazgo.
Durante la época de la crisis financiera mundial, China se dedicó a comprar cantidades indeterminadas de deuda (aunque se presupone una cifra importante) de países en crisis como Portugal, España, Italia, Hungría, … sin saber muy bien el precio a pagar entonces, ahora podemos atisbar ciertas exigencias como por ejemplo instar a que se le reconozca como un país con economía de mercado o que se le levante el embargo sobre la venta de armas, y esto sólo es el principio.
China cuenta con el mayor número de divisas extranjeras del mundo, la mayor parte bonos del tesoro de EE.UU (y se estima que un 25% de activos en euros) hecho éste al que culpa EE.UU de la baja rentabilidad de su deuda por recomendar China a sus inversores frenar y reducir la compra de bonos americanos.
Mientras EE.UU se desgastaba en Oriente Medio y Europa se ahoga en su burocracia y problemas internos, China emergía como potencia regional primero y ahora lo hace como superpotencia mundial. Que finalmente consiga imponerse y ostentar ese cargo como única potencia por encima de todas las demás está por ver, pero por ahora matiene el pulso.
África, de poder ser el granero del mundo, lo es desde luego de China. Se estima que el 70% de las tierras cultivables y que no se cultivan que hay en el mundo, se encuentran en África. Pues bien, China controla ya más de cinco millones de hectáreas de terreno cultivable en África y toda la producción se dedica a ser exportada a China.
Esta operación en la que se ha embarcado China de controlar las cosechas africanas, ha ido acompañado de un incremento en obras de infraestructuras capaces de comunicar las cosechas con puertos de mercancías, ferrocarriles y carreteras. El rédito de China por el control de estas cosechas aún no ha llegado, pero tiempo al tiempo, porque si algo ha demostrado China a lo largo de su Historia es paciencia, en contra de la inmediatez que marca la globalización de occidente.
La guerra oculta de China. No sólo el control de las cosechas en África, también sus recursos minerales, el control de deuda de Europa y EE.UU; nuevas vías marítimas de comunicación. China, sin frontera directa con el Polo Norte, es miembro observador del Consejo del Ártico desde 2013, queriendo imponer la nueva «Ruta de la seda polar» y seguramente algo más.
En el Pacífico se encuentra la Séptima Flota de la marina de los EE.UU para dar protección a sus aliados: Japón y Corea del Sur, contrarrestar las posibles intenciones de Corea del Norte y establecer la supremacía bélica en un posible nuevo foco de inestabilidad mundial.
En el año 2017 cuatro buques de la marina estadounidense tuvieron accidentes poco usuales y todos en un breve espacio de tiempo. dos buques de la clase Ticonderoga, uno encalló en el mar del Japón y otro colisionó con un pesquero de Corea del Sur. Otros dos destructores, esta vez de la clase Arleigh Burke colisionaron con barcos portacontenedores. La explicación oficial a estos cuatro accidentes fue la de algún error humano achacado al «innumerable esfuerzo que hace la Flota por patrullar y asegurar la zona».
La sombra de un ataque cibernético a la flota norteamericana por parte de China (o bien de Rusia, para generar un conflicto interesado) siempre sobrevolaron aquellos hechos y aún alguno no lo ha descartado todavía.
El jefe de operaciones navales, el almirante John Richardson, no descarta el ciberataque y es que cuatro incidentes de este tipo, tan seguidos, en buques de última generación con una dotación excelentemente preparada no parece lo más racional.
Ya se falsificó la señal del GPS en el 2017 a más de una veintena de barcos en el mar Negro (parece que en este caso todo apunta a Rusia), aunque de una manera más burda, y también hubo advertencias de China hacia EE.UU por mantener a la séptima flota en puntos calientes en aguas al sur de China: «lo van a lamentar».
La modernización de las Fuerzas Armadas chinas está ocurriendo a un ritmo mucho más acelerado del que habían previsto los analistas y sus nuevos métodos de combate, adquisiciones e innovaciones apuntan a una manera irrestricta de hacer la guerra y cualquier enfrentamiento, cuando llegue (que llegará, entre EEUU y China) se hará en el modo que marque China y no EE.UU de hacer la guerra y los hechos apuntan, entre otras cosas, por usar de manera diferente la tecnología.
A todo ello se le une un término un tanto confuso, aún sin descifrar del todo y sin saber el impacto que tendrá:La «informisación». Se cree que Pekín hace referencia con este término a la evolución del rol de la información en combate e investiga la manera de adaptarlo a su nueva y particular forma de hacer la guerra.
Por todos estos asuntos y muchos otros, es que hablamos de la guerra oculta que hace China a occidente, particularizando en EE.UU.
Huawei ha sido el primer gigante tecnológico chino en verse envuelto en esta guerra oculta al engrosar una lista negra de compañías comerciales que maneja el presidente estadounidense Donald Trump.
En el fondo de la cuestión está el nuevo modelo de desarrollo de la sociedad del futuro, en estos momentos ya del presente. Está en juego el futuro de las comunicaciones, el monopolio de qué compañías implementarán el 5G en todo el mundo.
Una nueva manera de entender las comunicaciones, no sólo las humanas sino también las comunicaciones entre máquinas. La evolución del coche eléctrico, autónomo, la sensorización de ciudades, el intercambio de datos en tiempo real desde la nube. Todo el mundo paralelo construido en internet está en juego.
Las consecuencias inmediatas de esta guerra, que afectan de lleno a Huawei, son que no podrán usar el sistema Android. Google les dejará de dar soporte, tampoco podrán usar Gmail, Play Store o Maps. Esta negativa de Google a proporcionar nuevas actualizaciones la han respaldado numerosas compañías de procesadores, entre ellas, Qualcomm o Intel. Todas estas acciones afectan también a las tablets y a Honor, su segunda marca. De mantenerse esta confrontación, las acciones contra otras compañías no acabarán aquí ¿Qué pasa con Xiaomi?
La firma de seguridad informática kryptowire descubrió la existencia de un software espía instalado en más de 700 millones de teléfonos móviles inteligentes de fabricación china que transfería información cada 72 horas a servidores ubicados en China.
La firma BLU con 120.000 terminales vendidos en EE.UU descubrió un software oculto en el sistema Android que registraba y monitorizaba datos como el historial de llamadas de los usuarios, contenido de mensajes de texto, uso de aplicaciones y GPS,… BLU ya tomó las acciones pertinentes y actualizó el sistema para eliminar el software espía.
La vulnerabilidad en el OpenSSL, conocida como Heartbleed, se quedó muy atrás en comparación con lo que se apunta que Xiaomi hace.
Los medios taiwaneses se hicieron eco el año pasado de que el Xiaomi Redmi Note es un instrumento que utiliza el gobierno chino para recopilar datos de los usuarios.
El chapuzas informático (espacio web dedicado a la tecnología informática) dice que dicho dispositivo se conecta repetidamente a una IP china y descarga datos de usuarios sin estos saberlos. La IP en cuestión pertenece al CNNIC, siglas del organismo chino que se encarga de los asuntos de internet (recordemos en este punto que China es una dictadura comunista con un férreo control en las comunicaciones) y que depende del ministerio de Industria de la Información.
Según F Secure en el último supuesto de espionaje de los terminales Xiaomi es que cuentan con una función oculta con la que reportan información relativa al usuario como número de teléfono, IMEI, agenda de contactos y datos de mensajes de texto entre otros. La dirección IP a donde se reenvían estos datos, otra vez la del CNNIC (China Internet Network Information Center).
Xiaomi no participó en el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona del 2018. Por esas fechas presentaba en Pekín un nuevo procesador para smartphones, el Surge S1, uniéndose al selecto club de compañías capaces de desarrollar su propio chip (Samsung, Apple y Huawei) eso sí, con la implicación explícita de varias agencias gubernamentales chinas. En el MWC de este año, presentaron mejoras como la inteligencia artificial.
Luis Corrons, director técnico del Panda Labs de la compañía Panda Security comparte la siguiente reflexión:
«Hay quien dice que la diferencia entre comprar un teléfono Android “normal” y uno chino, es que con el primero le estás dando tu información a Google, y con el segundo se lo estás dando a China».
No creo que Huawei, ni por supuesto China, se queden sin hacer nada al respecto, esto acaba de comenzar y la escalada de tensión está al alza, yo no apostaría por EEUU en este pulso (de entrada ya han postpuesto la prohibición), al menos sin saber aún las acciones de China y Rusia (hace unos meses saltaba la noticia de la prueba de la desconexión de internet por parte de Rusia y probar la efectividad de su propia red Runet).
Sea como fuere, China no sólo se está preparando, sino que ya lo está, para enfrentarse a sus enemigos de occidente en un modo de hacer la guerra distinto al que estamos acostumbrados. Ni de una manera convencional ni asimétrica o híbrida. China ha tomado posiciones en el tablero geoestratégico, aprovechándose de la tecnología y la globalización. Lo que hizo fuerte a occidente resultará en su debilidad en los tiempos marcados por China. ¿Puede ganar EE.UU a China en este nuevo modo de hacer la guerra? Más allá de Huawei, China y la guerra oculta.
6 Comentarios. Dejar nuevo
Muy oportuno.
¡Enhorabuena!
Muchas gracias Pepe.
Un saludo!
Creo que el análisis es muy acertado. Parece que la guerra oculta ha empezado y vemos como algunas empresas americanas se desploman en bolsa. Habrá que estar atentos a los próximos movimientos.
Enhorabuena!
Muchas gracias Corbián. Desde luego el tema da para un análisis en profundidad. Parece que van a pasar muchas cosas, algunas seguro que aparentemente incomprensible y China desde luego va a mantener el pulso, eso creo yo.
Un saludo.
Desde luego hay mucho más que las sanciones de Huawei. Esto no ha hecho más que empezar y China tiene una manera diferente de hacer la guerra. No se si occidente estará preparado.
Gracias Ramón.
Desde luego habrá que estar pendiente a los acontecimientos.
Un saludo.