UN FUTURO DIGITAL ASIMÉTRICO

La evolución tecnológica de las Fuerzas Armadas y su transformación digital

A partir de la década de los cincuenta del pasado siglo, las grandes naciones empezaron a tener dificultades en alcanzar victorias claras ante enemigos potencialmente muy inferiores en relación a las Fuerzas Armadas enfrentadas. Esta tendencia fue en aumento durante la segunda mitad del siglo XX e incluso los primeros años del siglo XXI.

El conflicto asimétrico, desde el paradigma de la guerra de guerrillas que supuso la guerra de Vietnam para los estadounidenses, hasta lo que la guerra de Afganistán para los soviéticos primero, y para los aliados de la OTAN después, fue y sigue siendo en algunos aspectos, la tónica general del enfrentamiento bélico de las grandes ligas y coaliciones contra enemigos potencialmente catalogables de inferiores.

Muy brevemente, un conflicto asimétrico no es la simplificación de un adversario fuerte contra otro débil, no es David contra Goliat. Se podría decir que un conflicto asimétrico responde a las siguientes características:

  • El enfrentamiento se da contra un enemigo difuso o de difícil identificación militar.
  • El enfrentamiento no sólo es contra combatientes, hay civiles armados.
  • La superioridad numérica y tecnológica no es una ventaja en sí misma.
  • Por último, el factor global.

Los contendientes juegan a un mismo juego, pero con diferentes reglas, de ahí la dificultad de alcanzar una ventaja estratégica por parte de los aliados a partir de una tecnología muy superior.

Pero en muy pocos años se ha pasado del conflicto asimétrico al conflicto híbrido, muy de moda en la actualidad, donde esta vez sí, la tecnología tiene mucho que decir.

Del conflicto asimétrico al híbrido, pasando por un futuro digital asimétrico.

El conflicto híbrido responde con absoluta claridad al enfrentamiento que está teniendo lugar en el este de Europa entre los aliados de la OTAN y Rusia con motivo de la crisis vivida en Ucrania y el Euromaidan y la posterior anexión rusa de la península de Crimea.

La tensión bélica en Ucrania se ha extendido a toda la frontera este, a los países bálticos y a los países nórdicos y desde que la cuarta dimensión se hizo un hueco en la agenda geoestratégica, toda Europa se ve amenazada por ataques cibernéticos provenientes muy posiblemente de Rusia y también de China.

En este nuevo teatro de operaciones, que recuerda más a la Guerra Fría del pasado siglo, que a la guerra del futuro, la tecnología tiene un papel más que relevante, vital, para la consecución del éxito en este nuevo modo de enfrentamiento.

Aquí sí, la doctrina estratégica de los contendientes converge al uso de la tecnología disponible. Comparte rasgos del conflicto asimétrico, aunque los conceptos clave en el conflicto híbrido son tres:

La permanente incertidumbre en casi todo. No es un enfrentamiento abierto, las acciones tienen lugar en un espacio ambiguo de la realidad, entre la no paz y la no guerra, sin enfrentar directamente a ningún estado, aunque casi siempre estén detrás.

El uso preponderante de la tecnología, no sólo en cuanto a táctica, técnica o modernización de las armas, sino también el uso cibernético como principal medio para desarrollar la amenaza.

Como tercer punto, el uso de la información, de la no información y de la desinformación, utilizando noticias veraces, verosímiles, adulteradas, tergiversadas o directamente falsas para audiencias interesadas de uno u otro bando.

Al margen de estas tres características, el conflicto híbrido, suma muchas otras como pueden ser la difuminación de los niveles táctico, estratégico y operativo, o también la posibilidad de concentrar un gran número de tropas y material en muy poco tiempo en una región determinada. También el uso de armas y tecnología de última generación en combinación con tácticas irregulares, terrorismo y crimen organizado.

El conflicto híbrido no maneja tanto términos como victoria o derrota, sino que juega más a usar todos los medios disponibles de la manera más eficiente para desestabilizar al enemigo.

El factor humano 4.0 y el efecto disruptivo de la tecnología

En esta transición, las Fuerzas Armadas se encuentran inmersas en la transformación digital de productos, procesos y procedimientos con un horizonte abierto a la evolución tecnológica sin retorno y sin fijar una meta de llegada, ocurriendo todo esto en un escenario donde el mundo civil tiene la delantera tecnológica.

La evolución durmiente que han tenido las Nuevas Tecnologías en el ámbito de la Defensa ha explosionado en los últimos años, poniendo en evidencia la necesidad que tienen las Fuerzas Armadas de una transformación digital para adaptarse y hacer frente a las nuevas amenazas.

Los nuevos perfiles de misión, que en la mayoría de los casos han dejado de ser misión para ser ahora multimisión, deben ser lo suficientemente flexibles para adaptarse y evolucionar de manera instantánea de un perfil de misión a otro, sin menoscabo de eficiencia.

En este aspecto, el factor humano, como eje central de la transformación digital es fundamental, como pusieron de manifiesto las guerras de Iraq y Afganistán, la importancia de la Inteligencia Cultural para el éxito de las misiones de perfil asimétrico y con más motivo hoy, en las operaciones de conflictos híbridos.

El reto más grande que tienen Las Fuerzas Armadas de todo el mundo en cuanto a la digitalización de sus estructuras, es el cambio de mentalidad. Al fin y al cabo, la transformación digital de procesos y productos en sistemas y unidades operativas se acabará imponiendo, pues la tecnología se abre camino, pero el cambio de mentalidad es la clave. Cómo afrontar la transformación de una estructura vertical a una transversal donde la comunicación y el traspaso de información en lugar de ir de arriba hacia abajo, sea también transversal, horizontal.

Las Redes Sociales, como nueva forma de comunicación, son un altavoz muy potente donde poder pulsar el sentido de posibles amenazas. Esto liga con la característica del uso de la información, desinformación y no información como arma desestabilizadora. Una manera de influir en la sociedad o parte de una audiencia y que la Inteligencia Cultural debe afrontar para estructurar una estrategia acorde a la amenaza real percibida.

Y es que hoy, el escenario estratégico se nutre además de las complejidades e incertidumbres clásicas, también de los desafíos tecnológicos, por lo que la estrategia de Defensa Nacional debe contar con ellas superando barreras culturales, conceptuales e incluso presupuestarias.

Un aspecto clave y que juega un papel determinante como acelerador tecnológico son los diferentes modelos de Inteligencia Artificial y su evolución a la computación cognitiva. Esto es, no sólo monitorizar datos sino también interpretarlos e interpretarlos incluso con datos correlacionados de otros sensores que pueden alterar la conclusión dada si sólo se toman o se leen de manera individual.

Ahondando en la correlación de la tecnología disruptiva con la transformación digital de las Fuerzas Armadas, el desarrollo de RPAS como paradigma tecnológico enfrenta diferentes retos para un futuro próximo que enlaza además con las necesidades operativas que se van dilucidando de los conflictos híbridos.

Uno de estos retos es el de contar con escuadrillas mixtas aéreas de sistemas autónomos y plataformas aéreas tripuladas operando para una misma misión, planteando incluso el dilema, como si de una película de ciencia ficción se tratase, de quién podría comandar dicha escuadrilla. El hombre o la máquina.

El aspecto de las comunicaciones y su seguridad es clave para que el proceso de transformación digital en el que están inmersas las Fuerzas Armadas se materialice con éxito. No sólo ya como factor a tener en cuenta en sistemas autónomos sino como aspecto básico de seguridad a todos los niveles.

Del Big Data al Smart Data evitando el Big Problem

El Big Data es la piedra filosofal capaz de la transformación digital de cualquier organización y sin embargo también es la más incomprensible.

Puede catalogarse el Big Data, de una manera muy esquemática, como el proceso de captura de un gran volumen de datos obtenidos por internet. Los motores de búsqueda de internet han sido los grandes facilitadores de esta consecución de datos, que a posteriori hay que convertir en información.

La recolección de datos puede beneficiar a una organización, según tres aspectos:

  • Hacer negocio con los datos.
  • Hacer la organización más eficiente.
  • Reducir riesgos.

El problema que plantea el Big Data en estos momentos, es la intangibilidad del proceso. Es algo que no se puede tocar y no es fácil de imaginar el efecto beneficioso concreto que tendrá el proceso de Big Data en una organización, corriendo el riesgo de convertirlo en un gran contenedor de datos hasta alcanzar un volumen desproporcionado sin saber muy bien qué hacer con ellos.

El Big Problem: almacenar datos sin sentido derrochando tecnología y sin ser capaces de transformarlos en información. No siempre se llega al objetivo de transformar datos en información y no siempre esa información es la información real que uno necesita. El proceso de digitalización debe contemplar el modo de convertir esos datos en información eficaz, pasar del Big Data al Smart Data evitando el Big Problem, reciclando esa información y haciéndola circular de manera transversal a toda la organización.

El Big Data es la esencia de la digitalización, pero también es lo más complicado de materializar. Son proyectos muy complejos donde no hay recursos humanos suficientes para afrontarlos. Es difícil explicar la rentabilidad final del proyecto a aquellos que tienen que tomar la decisión final de acometer el proyecto, por no hablar de la regulación de los datos y toda su problemática legal.

La tarea de recopilación de datos y su interpretación debe contemplar cinco dimensiones claves:

  • Qué ha pasado.
  • Qué está pasando.
  • Qué podría pasar.
  • Qué debería pasar.
  • Qué pasará.

La velocidad de recolección de datos, la variedad de fuentes y la velocidad de transmisión de esos datos, van por delante del proceso de transformación de la información. Aún somos lentos en la interpretación de los datos. Se necesita desarrollar una buena Ingeniería de Sistemas más completa y dinámica, pero a día de hoy, aún nos faltan herramientas para sacar todo el potencial que se le puede sacar al Big Data.

La cuarta dimensión

No se puede hablar de digitalización de las Fuerzas Armadas sin contemplar la dimensión de ciberseguridad.

La cuarta dimensión en el ámbito de la Defensa no se escapa a la transformación digital. De hecho, nace ya inmersa en dicho proceso, la seguridad en el ciberespacio.

Big Data, recopilación de datos, seguridad en las comunicaciones, la información o la desinformación como arma desestabilizadora de las sociedades occidentales principalmente …, todo converge a un avance en los modelos de ciberseguridad.

Estonia fue el primer país de la OTAN en recibir un ataque cibernético a gran escala en 2007. Desde entonces, el Centro de Excelencia de Ciberdefensa de la Alianza se encuentra en este país y con la proliferación de los conflictos híbridos la OTAN creó la División de Desafíos Emergentes.

Los ciberataques aumentaron en el sector público en el año 2017 un 27% y un 7% en las empresas privadas. La tendencia es que aumenten estos ataques.

La ciberdefensa, liga muy bien con el entorno de las comunicaciones, su futuro y su seguridad. Desde el aspecto satelital hasta el bluetooth y la conexión 5G.

La cuarta dimensión ya no es únicamente cuarta dimensión, es decir, no es sólo la guerra en el ciberespacio, se trata de la simultaneidad de los conflictos y lo mismo ocurre con las comunicaciones. Lejos queda la guerra que se hacía desde las plattform-centric para usar ahora un modelo de Mando y Control que liga sensores, redes y usuarios desarrollando nuevos protocolos en torno a nuevas plataformas.

Hoy, el 5G se abre camino, que traerá consigo un traspaso de datos de un volumen nunca visto entre emisores y receptores, con el reto implícito de aumentar la seguridad y cifrado de datos.

La gran velocidad y volumen de datos que se podrán compartir, focalizan el reto en la correcta interpretación de los datos en el teatro de operaciones, lo que nos retrotrae una vez más al origen: Qué datos debo conocer, cómo obtenerlos, interpretarlos y finalmente transmitirlos a las unidades disgregadas.

Un futuro de oportunidades

Hablar de Nuevas Tecnologías es hablar de Seguridad y Defensa y hablar de Seguridad y Defensa significa garantizar el bienestar de una sociedad.

Hoy, el liderazgo tecnológico de EE.UU, únicamente se lo disputa China y ser líder en tecnología significa liderar el cambio de paradigma en el que están involucradas todas las Fuerzas Armadas del mundo en mayor o menor medida.

EE.UU, a comienzos de la guerra de Iraq contaba con cinco UAVS. Hoy tiene más de cinco mil.

Existe, pues, una disfunción tecnológica y por lo tanto un futuro digital asimétrico que hacer frente, donde España no está mal situada tecnológicamente, pero con un largo recorrido por delante para alcanzar a los líderes tecnológicos y como casi siempre en España, no parece que sea un problema de ingenio sino más bien de carácter presupuestario.

¿Qué implica un futuro digital asimétrico en el entorno de un conflicto híbrido? Pues aquí sí implica un enfrentamiento entre David y Goliat, porque se juega a un mismo juego con las mismas reglas. En este caso, la doctrina estratégica sí converge en la mejor tecnología.

El soldado conectado. La batalla digital ¿Cómo afrontar un conflicto en el siglo XXI, con software y hardware fabricado en China o Pakistán? No se puede.

El general Ballesteros, director general del departamento de Seguridad Nacional, en una de sus conferencias que llevaba por título: La estrategia de Seguridad Nacional, decía que el escenario estratégico se nutre de, complejidades e incertidumbres, de los desafíos tecnológicos, del ciberespacio y de los riesgos y amenazas en general. Todo ello es lo que conforma el conflicto híbrido, donde el análisis geopolítico se actualiza constantemente.

El desarrollo de la tecnología pone a prueba la capacidad de adaptación de la sociedad. Hay que impulsar la dimensión de seguridad en el desarrollo tecnológico. Se debe incluir esta dimensión desde el momento mismo de la concepción. Y desde luego hay que evitar la dependencia de terceros países. En este aspecto, el desarrollo tecnológico tiene que estar al servicio de la soberanía nacional.

Defensa 4.0. Realidad o ensoñación, la primera conferencia que le oí al almirante González Gómez, Director General de Armamento y Material de la DGAM, indicó que es fundamental una evolución integral de la organización además de la transformación tecnológica. Los desafíos tecnológicos plantean hoy más incógnitas que verdades, pero la digitalización debe aportar también nuevas oportunidades.

Resiliencia y flexibilidad son las palabras clave para afrontar los cambios. La transformación digital es un reto y una oportunidad.

La digitalización, al igual que la globalización aportará beneficios, pero también nuevos problemas y amenazas, como ocurre con el ciberespacio. Es la oportunidad perfecta para mejorar nuestros sistemas de armas, porque de lo contrario, otros lo harán por nosotros.

– Fin –

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