RECIPROCIDAD EN LAS RELACIONES DE LAS FAS Y EL RESTO DE LA SOCIEDAD

RELACIÓN DE LAS PRINCIPALES IDEAS DEL PENSAMIENTO CON LA REALIDAD DE LA INTERRELACIÓN DE LA SOCIEDAD Y LAS FUERZAS ARMADAS. CONVIVENCIA DEL ESTILO DE VIDA MILITAR CON LA SOCIEDAD ACTUAL

Gran parte de la sociedad actual se empeña en conseguir la felicidad buscando la autosatisfacción individual y material incluso sin ni siquiera esforzarse en conseguirla, creyendo profundamente que esta felicidad debe ser entregada, regalada. La crisis actual de valores es ejemplo de ello.

Esta mentalidad deja fuera de lugar términos como sacrificio o servicio. No existe amor verdadero y se tergiversa con grandes dosis de egoísmo y exigencia. Esta parte de la sociedad no habla de PATRIA, por lo que el amor a la patria es inexistente.

No todos son así, una parte de la sociedad silenciosa, gente que viven el día a día conforme a una escala de valores, que buscan en la autoexigencia la excelencia en la manera de hacer las cosas, comparten esos términos que otros quieren borrar. Sacrificio, servicio, obediencia, lealtad, amor, valor…todos ellos comparten el estilo de vida militar, aunque no lo sepan.

Un soldado es un hombre tan normal y corriente como lo puede ser un fontanero, un médico, un arquitecto, bombero, abogado, biólogo, ingeniero, pescador, minero o carpintero. Las cualidades que una persona tiene que tener al formar parte de las fuerzas armadas no son cualidades diferentes a las que puedan tener los hombres y mujeres que desempeñan las profesiones anteriores, por una sencilla razón, todos provienen de un mismo lugar, una misma sociedad que nutre a un país de profesionales. Las virtudes militares que conforman el estilo de vida militar son virtudes que nacen de las cualidades naturales y tradicionales de aquellos a los que sirven, es decir, del pueblo que conforma la nación, y del que la milicia se nutre. La exaltación de estas virtudes harán de la nación, una nación mayor, de sus profesionales, mejores profesionales y de sus militares mejores servidores de la patria.

Las relaciones institucionales de las Fuerzas Armadas con los representantes de la sociedad, es decir el Gobierno y otros grupos civiles que conforman las élites sociales son medidas en su mayoría según los términos de control civil. O sea, ¿cuánto control por parte de los representantes de la sociedad civil hay en las instituciones militares y su nivel de influencia?

El control civil visto desde una óptica subjetiva teoriza con la idea de minimizar el poder militar y maximizar el poder civil. No el poder civil en general sino que normalmente se traduce en aumentar el poder de un grupo específico de la sociedad civil, un grupo en particular. Esta interpretación va acompañada generalmente de aprovechar dicha coyuntura para también minimizar el poder de otros grupos de la sociedad en beneficio propio.

El control civil por forma constitucional se basa en una doble analogía. La identificación del control civil con las ideas de un estado democrático y por otro lado la correlación del control militar con las ideas de un estado totalitario. Esto puede ser tan cierto como falso. En un país democrático, las Fuerzas Armadas pueden ganar terreno e influencia de manera progresiva al control civil y conseguir un gran poder mediante procesos e instituciones legítimos del estado, incluso llegando militares al poder de manera totalmente democrática. Pero también puede pasar todo lo contrario, que un régimen totalitario pueda reducir y contaminar el poder militar en el seno de sus Fuerzas Armadas, disgregándolas, o creando cuerpos específicos con fines políticos como por ejemplo la figura del comisario político.

El control civil objetivo es el único control válido que identifica a una sociedad con la profesionalidad de sus Fuerzas Armadas. El control civil objetivo militariza a sus militares, es decir deja libertad para que la institución militar sea lo que tiene que ser, o sea, eminentemente militar. Una sociedad espera de sus profesionales que precisamente lo sean. Lo esperan de los jueces, de los profesores, de los ganaderos y de los albañiles. También de un militar. Unas Fuerzas Armadas militarizadas son unas Fuerzas Armadas altamente cualificadas, especializadas y formadas por profesionales capaces de llevar a cabo las misiones encomendadas. Para que las Fuerzas Armadas puedan cumplir con lo demandado por la sociedad, ésta ha de otorgarle los instrumentos necesarios para lograrlo.

El control civil subjetivo persigue un choque de realidades, la militar y la civil contribuyendo a la degeneración de la sociedad. El control civil objetivo minimiza el poder político militar y maximiza la profesionalidad de los militares garantizando por tanto la seguridad nacional.

Las relaciones que una sociedad tiene con sus Fuerzas Armadas dependen mucho de la corriente política predominante en ese país. Las corrientes políticas principales que se verán aquí son el liberalismo, fascismo, marxismo y conservadurismo, por entender que a partir de éstas se derivan la gran mayoría de ideologías existentes hoy en día.

Desde la órbita del liberalismo se apoya que la institución militar esté subordinada al control civil. La desconfianza que los liberales tienen por los militares, resulta del menosprecio que éstos hacen del poder de la economía, fundamentalmente.

Hay que recordar que la esencia del liberalismo es el individualismo. Resalta la razón y la dignidad moral del individuo frente a restricciones políticas, económicas y sociales, mientras que la ética militar cree en la subordinación del grupo. El liberal sostiene que el hombre es bueno por naturaleza. Cree en el progreso y minimiza la importancia de la continuidad histórica. Se preocupa en gran medida del poder económico y del bienestar económico como lo más importante para el individuo por eso se opone a grandes dispositivos militares. La tendencia natural del liberalismo es el pacifismo, no obstante apoyará una guerra si con ello consigue preservar las ideas liberales. Es decir el liberal está en contra de la guerra en general pero puede apoyar guerras concretas.

Los militares chocan con las ideas liberales en la actitud de la subordinación al grupo, de la obediencia y disciplina como virtudes morales de primer orden. La profesionalización y la especialización han de ser fundamentales y creen en la historia y su estudio como forma de resolución de conflictos. Los militares se forman en las continuas relaciones humanas y se especializan en una relación de conflicto. La economía no es lo importante, pues no afecta a las virtudes básicas de un militar como pueden ser el patriotismo, el valor o el honor. La guerra no es lo peor para un militar, el miedo a la guerra sí, y anteponerlo todo para evitarla, el peor mal.

Se podría decir que las ideas fascistas tienen cierta relación con la perspectiva militar, pero sería una afirmación errónea. Los fascistas glorifican la lucha como la actividad más importante del hombre. El fascismo aclama al Estado y al partido como garantes de la virtud moral, son los guardianes de la moralidad, mientras que los militares creen en la independencia del Estado-Nación fuera de la institución militar. El fascismo más que apoyarse en la obediencia y en la subordinación al grupo, creen en el poder supremo y en la capacidad del líder como figura que está por encima de todo y al que se le debe total subordinación a su voluntad.

La relación con la sociedad de los militares y de los fascistas es muy diferente. El militar cree en el énfasis de la universalidad de los rasgos humanos, mientras que los fascistas creen en la superioridad natural de los escogidos y en la virtud del líder menospreciando al resto de la sociedad. En cuanto a la guerra, el militar cree que la lucha es inherente a las relaciones humanas, el fascismo ensalza esa realidad y la glorifica hasta el punto en que la guerra es el estado natural de las relaciones humanas. Se podría decir que si los liberales luchan por ciertos ideales y los militares por la defensa de la patria, los fascistas luchan por luchar. La guerra es el fin y no un instrumento para la sociedad.

El fascismo como el liberalismo busca la baja profesionalización de la institución militar y cree en el control civil subjetivo, también cree que la lucha la debe ejercer cada ciudadano. Un ciudadano un soldado. Por el contrario, sí cree en grandes estructuras militares y en la expansión máxima del estado y sobre todo cree en la subordinación máxima de todos y de todo a la institución del partido.

Otra corriente interesante de analizar es la relación que existe entre los valores militares y el marxismo.

El hombre es bueno y racional, son las instituciones quienes lo corrompen. Aunque niega las diferencias de clases sociales admite que el proletariado es la más progresiva de las clases. El marxista sólo admite la lucha de clases como la única causa noble para la lucha e identifica a las fuerzas económicas como las causantes de los hechos más significativos de la historia. Los marxistas creen en la humanidad desde una dimensión horizontal, mientras que los militares además de creer en la humanidad como núcleo fundamental de convivencia también admiten como indispensable la dimensión vertical, que ofrece jerarquía y disciplina y por tanto la obediencia. Reconoce el imperialismo económico como único causante de las guerras. No reconoce los valores militares como propios e insiste en modelar todas las instituciones militares conforme a ideas no castrenses.

Las relaciones de las instituciones militares con las ideas conservadoras son las más equilibradas. No tienen un modelo político-ideológico predefinido que imponer a las instituciones militares y comparten la misma idea sobre el hombre, la sociedad y la historia. Las ideas conservadoras admiten que no existe una única manera de actuar que resuelva todos los problemas y alcance todo sus objetivos por igual. Cada institución humana es diferente y requiere de atenciones diferentes para realizar su labor. Los conservadores se basan en la tradición y en la historia como instrumentos válidos para alcanzar la excelencia. Creen en la sociedad como grupo fundamental que conforma la nación. Los éxitos individuales no significan nada sino contribuyen al bien común de la sociedad. Las similitudes del pensamiento conservador con la ética militar hacen que también se denomine a ésta realismo conservador.

El realismo conservador entendido como fórmula que resalta la ética militar ensalza la importancia de la sociedad frente al individuo, resalta la importancia del orden, de la jerarquía y de la división de funciones. Enfatiza la importancia de la continuidad y de la Historia. Entiende la irracionalidad humana, su debilidad y que el hombre es malo por naturaleza. Admite como inevitable la guerra en las relaciones entre Estados mientras exista competencia entre ellos y resalta la importancia de un gran poder militar en las relaciones internacionales. Recuerda que la guerra es un instrumento político y que la declaración de la misma no compete a los militares.

Disciplina y subordinación son los valores que ofrece la ética militar como valores principales frente a otras vertientes ideológicas y que en la sociedad civil están ciertamente relegadas a un segundo o tercer plano o ni siquiera existen. ¿Pueden estas virtudes ser ejemplo para la sociedad civil, pueden y deben beber de estos términos la sociedad actual?

La disciplina en el ámbito militar es entendida como solidaridad en la acción para un fin común. Todos cumplen fielmente con sus deberes para conseguir un bien común. Militarmente el concepto de disciplina se sustenta en el principio de jerarquía, deber y orden. Relacionada la jerarquía como se dijo anteriormente con la dimensión vertical del hombre lleva a respetar al superior en grado o al responsable de la misión. Siempre hay que actuar de manera correcta, siempre hay que hacer lo que hay que hacer, aún en ausencia de quien pueda castigar la falta, eso es el deber. Y por último el orden. El orden busca maximizar la eficacia en una organización, aunar los esfuerzos individuales y encauzarlos para mejorar la acción común.

La disciplina obliga a mandar con responsabilidad y a obedecer lo mandado. Un aspecto universal de lo que es disciplina, indica Villamartín: “es respeto al ciudadano y a la propiedad, es el aprecio a sí mismo, al aseo, los buenos modales, la aversión a los vicios, la puntualidad en el servicio, la exactitud en la obediencia, el escrupuloso respeto a las leyes y reglamentos, la austera dignidad en la subordinación”.

¿Y qué es la subordinación? es la predisposición del ánimo para la obediencia. La subordinación supone jerarquía y se manifiesta por la obediencia  y el respeto. Puede significar el cumplimiento de las obligaciones impuestas, pero adquiere su máximo valor cuando por el honor y espíritu se obra siempre bien y cuando la voluntad hace cumplir lo mandado más allá de lo estrictamente ordenado. El sentido moral de la subordinación es aceptar voluntariamente la posición en la escala jerárquica del mando y obrar de acuerdo con lo mandado por el superior.

Una sociedad antimilitarista renegará de estos valores y no los tomará como propios aún teniendo que interactuar dentro de la misma sociedad en grupo o con grupos. En el trabajo, en un centro comercial, en el hospital, en un museo, en un restaurante, en un parque, en un vecindario, en una estación de tren, en una reunión, en una conferencia, en clase, en el gimnasio…La ausencia de exigencia de la sociedad de estos valores produce peores profesionales y contamina todas las relaciones que la sociedad tiene consigo misma.

Una sociedad con ideas antimilitaristas huirá de estos valores y se traducirá en unas fuerzas armadas poco profesionalizadas y con un control civil más o menos instaurado en el seno de las mismas.

Una sociedad claramente promilitar nunca dejará de invertir en la profesionalización de sus Fuerzas Armadas, se sentirá en consonancia con sus militares y mantendrán una influencia positiva recíproca.

A propósito de lo anterior, existe la creencia, que no sé cuantificar como mayoritaria o no, que la sociedad, incluso en las sociedades más avanzadas, valora de manera desfavorable la inteligencia de un militar frente a la capacidad intelectual que pueda tener un médico, un abogado o un hombre de negocios. Esta comparativa sigue siendo igualmente desfavorable si únicamente comparamos a oficiales de carrera con altos cargos de la sociedad. Todo esto puede ser debido a la falta de conocimiento que tiene la sociedad civil de sus fuerzas armadas y demuestra una falta de conexión real entre la sociedad civil y militar. Puede ser que la falta de oportunidades reales que un militar profesional tiene de aplicar en la práctica todos sus conocimientos sea causa de que la sociedad lo vea inferior a aquellos profesionales que pueden ejercer completamente su labor.

Puede ser, por otra parte que la prevalencia de valores como la obediencia, la disciplina o el honor antes que la inteligencia hagan que los civiles se desentiendan del estilo de vida militar, pues en la vida empresarial, política, en la vida social, cultural y educativa esos valores no son prioritarios. La mentalidad militar ha de ser disciplinada, rígida, lógica y científica y no puede ser flexible, tolerante o intuitiva.

En el plano de las creencias también es normal la idea de que los militares son belicosos por naturaleza. Grupos de la sociedad civil argumentan esto ligando estas premisas con un conglomerado de ideas fascistas con el fin de obtener un poder civil que los incluya y poder mantener un control autoritario no militar en el seno de la institución. Creen que la imposición del estilo de vida militar significa acabar con la democracia y jerarquizar la sociedad como de un cuartel se tratara y por eso la solución es instaurar un control civil subjetivo capaz de “democratizar” la institución militar.

A veces parece que la gente se olvida que los militares también son estadounidenses, marroquíes, alemanes, italianos, chilenos, rusos, turcos, indios, franceses; también pueden ser católicos, metodistas, protestantes, musulmanes, calvinistas, anglicanos, judíos o antisemitas; también los hay rubios, morenos, castaños y calvos; altos, bajos, con gafas, tímidos, extrovertidos, divertidos, aburridos, inteligentes, interesantes, sociables, buenos y malos y son fiel reflejo de la sociedad.

¿Por qué mantener una institución militar cuando la misma sociedad limita sus recursos y su profesionalización?

La profesión militar existe de alguna manera porque existen Estados-Nación. La justificación para el mantenimiento y el empleo de la fuerza militar reside en los fines políticos del Estado. Las causas de una guerra siempre son políticas. Quien declara la guerra son los políticos (sociedad civil) y quien firma la paz también son los políticos.

La existencia de Estados-Nación garantiza la probabilidad de que existan las guerras e incluso las hace inevitables. Incluso en el seno de una nación puede estallar una guerra. La abolición de la guerra implica erradicar su causa, y la causa de la guerra es la imperfección de la naturaleza humana, por lo que mientras exista humanidad no se podrá abolir por completo la guerra.

También en el marco de las relaciones internacionales la diplomacia consigue muy poco sino hay poder y voluntad de respaldar sus demandas con la fuerza.

Las Fuerzas Armadas son parte de la sociedad. Y una sociedad que se esfuerza y sacrifica el confort de la autosatisfacción individual por la lucha de ideales encuentra por fin el sentido del amor a la PATRIA.

– Fin –

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