POSTGUERRA

Desarrollo de las operaciones de intervención, reconstrucción y retirada (IRW). Relación de las principales fases y etapas necesarias para la reconstrucción postbélica. Mantenimiento de la Paz.

En los últimos catorce días de la Segunda Guerra Mundial, Berlín recibió el impacto de 40.000 toneladas de bombas. El 75% de los edificios de Berlín quedaron destruidos. Los escombros que antes de la guerra se erigían como bloques imperturbables al paso del tiempo, recuerdan la devastación y marcan el final de la guerra, el inicio de la tribulación del hombre durante la postguerra y la formulación de las claves del mantenimiento de la Paz.

En Alemania 25 millones de personas se quedaron sin hogar al finalizar la guerra. En la Unión Soviética 20 millones.

De las 12.000 locomotoras que había en Francia antes de la guerra, únicamente quedaban en funcionamiento tras el final del conflicto 2.800.

Dos terceras partes de la flota mercante francesa y también de la griega fueron hundidas durante la guerra. Un tercio de los bosques griegos fueron devastados.

En la Unión Soviética 7.000 pueblos y 1.700 ciudades fueron destruidos. Lo mismo ocurrió con 3.200 fábricas soviéticas.

Yugoslavia perdió el 25% de sus viñedos, el 50% de su ganado y el 60% de sus carreteras fueron destruidas. Yugoslavia perdió el 10% de su población tras la guerra.

Las tres cuartas partes de la vía férrea de Polonia fueron inutilizadas. Varsovia, su capital, fue destruida por completo.

Durante la Segunda Guerra Mundial más de 36 millones de europeos murieron de manera directa a causa de la guerra. Al menos 19 millones eran civiles.

Más de 87.000 mujeres alemanas fueron violadas por tropas soviéticas una semana antes de la rendición. Entre 1945 y 1946 nacieron en Alemania a causa de las violaciones entre 150.000 y 200.000 niños. En 1945 había en Berlín 53.000 niños perdidos.

La destrucción de las granjas trajo consigo hambrunas generalizadas y gracias a la recién creada Administración de Socorro y Rehabilitación de las Naciones Unidas no hubo propagación a gran escala de epidemias y enfermedades.

El colapso social, económico y político en Europa central era absoluto y hubo que rehacer la ley, el orden, los servicios públicos, las comunicaciones, la administración y un largo etcétera.

Se había sobrevivido a la guerra, ahora tocaba sobrevivir a la paz.

Treinta y tres  años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en 1978, tienen lugar los primeros acuerdos impulsados por Naciones Unidas en cuanto a la descolonización de Namibia cuyo desarrollo inculca las bases para la creación de las Operaciones de Intervención, Reconstrucción y Retirada, IRW son sus siglas en inglés y que son la base actual de las denominadas operaciones de mantenimiento de la paz u operaciones postconflicto.

Este tipo de operaciones, de mantenimiento de la paz, fueron impulsadas y protagonizadas, al menos en la gestión de esfuerzos multinacionales, por Naciones Unidas. En la actualidad estas operaciones son lideradas por una o varias naciones que son preponderantes y con apoyo de alianzas, organizaciones regionales, instituciones financieras, etc…

A la etapa inmediatamente posterior a la guerra en un conflicto le sigue el alto el fuego. La respuesta estratégica en esta etapa del conflicto sugiere de manera imperiosa fuerzas militares de mantenimiento de la paz. Estas fuerzas tienen que trabajar para el mantenimiento preventivo de la paz, para el desarme y reforma del sector de la seguridad, fomentar la confianza, formación policial,… Las diferentes fases de desescalada de un conflicto han de mantener una dinámica de simultaneidad solapando y aunando esfuerzos en cada una de las respuestas estratégicas vigentes según la etapa del conflicto para conseguir la resolución del conflicto.

Mantenimiento de la Paz

Durante la guerra lo importante es conseguir la limitación de la misma, para ello se cuenta con misiones de imposición de la paz, estabilización y apoyo a la misma que consigan un alto el fuego, en donde entrarían en juego las misiones ya no de imposición de la paz sino de mantenimiento de dicha paz. La simultaneidad del proceso hace que fuerzas de imposición de la paz, fuerzas de mantenimiento de la paz y de consolidación trabajen muchas veces aunando esfuerzos y solapándolos como pone de manifiesto el informe Brahimi del año 2000 que dice lo siguiente:

“La historia ha demostrado que el personal de mantenimiento de la paz y el personal de consolidación de la paz son aliados inseparables en las operaciones complejas, mientras que los encargados de la consolidación de la paz tal vez no puedan funcionar sin el apoyo del personal de mantenimiento de la paz, éste no tiene posibilidades de retirarse si los primeros no ejecutan su labor”.

Las tareas sectoriales que recogen las operaciones IRW basadas en los componentes de la Autoridad de Transición de las Naciones Unidas en Camboya en 1995  sobre el esfuerzo del mantenimiento de la paz son siete.

Componente militar. El componente militar como tarea sectorial trata de verificar la retirada de las fuerzas extranjeras, observar las violaciones del alto el fuego, organizar el desorden de las facciones y ayudar en las tareas de desminado.

Componente de policía civil. Las IRW tienen la tarea de supervisar, adiestrar y formar a la nueva policía civil.

Componente de derechos humanos. La tarea según este componente es tratar de lograr la ratificación de las convenciones en materia de derechos humanos. Supervisar la activación de la administración en materia de derechos humanos y poner en marcha programas de educación y formación.

Componente de administración civil. Se trata de supervisar a la administración y garantizar un entorno neutral para la toma de decisiones en cinco áreas principalmente: en temas relacionados con políticas de asuntos exteriores, defensa nacional, finanzas, seguridad pública e información ciudadana.

Componente electoral. Realización del censo poblacional, registrar e instruir a los votantes. Redactar el borrador de la ley electoral y supervisar y verificar el proceso electoral.

Componente de repatriación. Repatriar a los refugiados en las mejores condiciones posibles y garantizando en la misma medida el retorno a su hogar.

Componente de rehabilitación. Fundamentalmente se trata de resolver los problemas inmediatos. Atender las necesidades alimentarias, sanitarias y de alojamiento. Dar comienzo a los trabajos de recuperación de infraestructuras, desarrollo en las aldeas con retornados,…

Mantenimiento de la Paz

Las tareas sectoriales derivadas de estos siete componentes tienen su desarrollo en una serie de fases temporales. Fase I que en lo temporal se refiere a la intervención postbélica inmediata, está relacionada con el final de guerra y el periodo del alto el fuego (imposición de la paz). Fase II, normalmente identificada con la estabilidad política, la legitimidad de un gobierno y el mantenimiento de un control suficiente (mantenimiento de la paz). Fase III, es la fase de normalización en la región donde tiene lugar el conflicto que ha encontrado ciertos niveles de autonomía, seguridad y legitimidad continuados en el tiempo (consolidación de la paz).

Fase I. Intervención

La misión de los profesionales dedicados a cumplir con éxito las misiones que componen la fase de intervención en un conflicto son arduas, complejas y peligrosas, una simple enumeración de las mismas son ejemplo de ello. Controlar las facciones armadas, supervisión del desarme, desmovilización y reintegración (DDR), reestructurar e integrar las fuerzas armadas nacionales, inicio de las tareas de desminado, reconstituir tribunales y cárceles, acabar con el crimen organizado, adiestrar a la policía, promover los derechos humanos y castigar su vulneración, supervisar una nueva constitución, reestructuración de la administración civil, procurar ayuda humanitaria, restablecer los servicios esenciales, proteger a los grupos vulnerables, supervisar el regreso de los refugiados.

En esta fase los latidos de la vuelta a las hostilidades y de reanudar la guerra con más virulencia son más fuertes que nunca. Es la fase de contención. Si falla el proceso de intervención falla todo. Para evitar esto, el ejercicio de la seguridad es fundamental y la imposición y el mantenimiento de la paz han de ser protagonistas mientras que las negociaciones con las élites para el establecimiento de la paz un requerimiento del todo necesario.

Hay que tener muy en cuenta en esta fase que el conflicto persiste. Es cuando se hace necesario convencer a las partes no derrotadas, de que pueden servir mejor a sus intereses mediante políticas de no violencia en lugar de la perpetuación de la violencia.

Los coste de la guerra en términos de debilitamiento en el ámbito de gobierno y de sus instituciones o su eliminación a costa de la misma son también muy importantes. Lo son la cantidad de pérdidas de vidas humanas y el efecto de la guerra en términos de refugiados y desplazados. El hecho de que la economía se desplome y la población esté arruinada provoca un aumento de la violencia de todo tipo y la escasez de alimentos produce hambrunas generalizadas en la población.

Durante esta primera fase hay que tener muy presente que el proceso de reconstrucción contará con enemigos y habrá que hacerles frente. Los procesos de paz no siempre interesan a todos. Terroristas, señores de la guerra, mercenarios, enemigos ideológicamente implacables, explotadores sin ningún tipo de escrúpulos, saboteadores,… Por todo ello las fuerzas de intervención han de actuar manteniendo un doble papel. Han de trabajar simultáneamente como fuerzas de combate con actuaciones de represión frente al enemigo y también como fuerzas de mantenimiento de la paz esforzándose para la creación de un consenso.

La neutralidad ha dejado de ser sinónimo de pasividad hacia el conflicto entendiéndose ahora como el apoyo imparcial y contundente al proceso de paz o de reconstrucción. Permanecer como un mero observador pasivo al proceso de paz para erigirse como un actor neutral del conflicto, alienta a los enemigos del proceso de paz a seguir luchando con el fin de conseguir la pasividad de los actores internacionales.

Fase II. La estabilidad política

Tiene lugar en esta fase la consecución de una estabilización política suficiente de la zona en conflicto, donde un gobierno autónomo es capaz de poder hacerse cargo del poder de manera segura y poder preparar la primera etapa de la retirada internacional.

Como objetivos destacados a tener en cuenta en esta fase de las misiones IRW se tienen los siguientes: continuación de la formación de las fuerzas armadas autóctonas bajo el control del gobierno autónomo, crear una capacidad propia suficiente para el mantenimiento del control, mantener un ademán democrático, establecimiento de relaciones razonablemente estables entre el centro y las regiones periféricas, fomentar la economía formal para que proporcione servicios básicos, capacidad de crear expectativas de futuro, fomentar la justicia, apoyar a las minorías y a los grupos más vulnerables,…

Lo que caracteriza a la segunda fase como respuesta estratégica en la reconstrucción de una región tras un conflicto armado es la del establecimiento de la paz mediante las élites con diferentes vías de reformas y el inicio de la construcción estructural de la paz a partir del mantenimiento de una seguridad colectiva y de cooperación.

Las cuestiones a tener en cuenta en el ámbito de la seguridad en esta fase son por un lado las operaciones de “desarme, desmovilización, repatriación, reasentamiento, y reintegración”, y la reconstrucción de unas Fuerzas Armadas bajo el control del gobierno. En cuanto a la primera de estas cuestiones, que abarcan operaciones como es el desminado, el control de armas ligeras, de las armas cortas, etc… hace que sean más complejas de lo que son si aún persisten fuerzas rebeldes activas en la zona o señores de la guerra que mantienen su influencia. La posibilidad de una verificación independiente de que las cosas están saliendo bien y establecer incentivos políticos y económicos razonables es algo que se hace necesario en esta fase.

En el sector de la ley y el orden lo prioritario es el restablecimiento de la policía civil, de la justicia, de los derechos humanos,… En este ámbito de la Fase II debe establecerse los requisitos fundamentales para que aquellos elementos políticamente volátiles no sientan la tentación de obtener ventajas sustanciales de poder con el chantaje de una vuelta al conflicto. El mantenimiento de la imparcialidad es crucial.

El gobierno y el establecimiento del poder en la zona es lo más importante a dilucidar en esta fase pues se trata de establecer ¿quién gobierna tras el conflicto? Lo que está claro es que gobierne quien gobierne debe contar con una legitimidad democrática suficiente y debe mantener una amplia confianza en el carácter permanentemente abierto del sistema.

En relación a la economía oficial, debería producir ésta, una renta suficiente para que el gobierno pueda proporcionar servicios esenciales e iniciar el desmantelamiento de la economía de guerra si se entiende que ya no es necesaria.

Por último, entender que la gestión de la expectativa del futuro es más importante que el reparto de la economía del presente. Es recomendable que la economía de mercado se introduzca paulatinamente  y no de manera inmediata.

En cuanto al sector social, la prioridad ha de ser dar garantías adecuadas a las minorías amenazadas.

Fase III. Normalización y fase posterior

La continuación de la construcción estructural de la paz debe culminar con el inicio de la construcción de una paz cultural. Para ello la acción debe estar presente en políticas desmilitarizadas, la consecución de una policía despolitizada, centrar la atención de los derechos de los individuos y de las minorías, reducir el crimen organizado, transferencia pacífica del poder mediante elecciones democráticas, desarrollo de la sociedad civil, integración de las políticas locales en la política nacional, despolitización de las divisiones sociales, curación de las heridas psicológicas, avance en la igualdad entre sexos, integración en estructuras regionales,…

En cuanto a la fase de normalización, Michael Lund dice:

“Es loable desear mejorar una sociedad mediante la eliminación de tantas de sus deficiencias como sea posible […], pero ese enfoque entraña el riesgo de convertir la construcción de la paz en un cajón de sastre de deseos humanos frustrados”.

En el 2008, el Departamento de Operaciones de Paz de la ONU elaboró la “Doctrina Capstone” con nuevos principios y desarrollos para las nuevas operaciones multidimensionales. Esta nueva doctrina no hace más que ahondar y complementar las misiones IRW insistiendo en el hecho de que cada vez son  más difusas las operaciones relacionadas con la prevención de conflictos, las medidas de imposición de la paz y la consolidación de la paz haciendo patente la necesidad de la interrelación de todas ellas.

Tras un conflicto violento, el reto más difícil que se plantea es la reconciliación. La mayor dificultad estriba en mantener la cohesión social en el momento en que se han perpetrado atrocidades, y personas y sociedades han sufrido heridas profundas. Las peores de estas heridas son las heridas que no se ven, son las heridas del alma.

Para que la reconciliación sea posible debe haber por lo general una aceptación suficiente de la legitimidad del imperio de la ley tras la guerra por parte de quienes antes eran enemigos.

George C. Marshall escribió en relación a la postguerra europea de la Segunda Guerra Mundial:

“la solución está en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza del pueblo europeo en el futuro económico de sus propios países y de Europa en general”.

– Fin –

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