Las costuras de Europa. Un Polo Norte navegable. La frontera de las potencias
Las costuras de Europa. Iniciamos este análisis en el blog, hace ya algunos meses, contando la amenaza rusa como la más inmediata de las amenazas que Europa tiene que hacer frente. Que hoy no se hable de ello, no significa de modo alguno, que el problema se haya resuelto. Sin duda Rusia es una de las costuras más importante para Europa, pero no es la única.
En esta nueva entrega se analizará el problema más importante del siglo XXI al que tendrán que hacer frente no sólo Europa, sino todo el mundo en relación al cambio climático.
Un estudio de la universidad de Cambridge llevado a cabo a partir de unas muestras recogidas en el Ártico por el submarino nuclear británico HMS Tireless (bien conocido en España) en 2007, concluía que el Ártico podría ser navegable en verano de 2020. Estos datos fueron avalados por la expedición de 2009 Catlin Artic Survey, liderada por el aventurero y explorador británico Pen Hadow.
En este escenario los cargueros no necesitarán de rompehielos para atravesar el Ártico en verano. El Polo Norte pierde superficie de hielo incluso en el periodo invernal. No parece además, que la humanidad en general y las grandes potencias en particular quieran ponerle remedio a lo que sin duda es un grave problema y el más importante al que se enfrentará el mundo en el siglo XXI.
Los datos apuntan a que el Polo se está calentando dos o tres veces más rápido que el resto del planeta. Una peligrosa realidad, desde una perspectiva económica, social y medioambiental donde dejamos de tener la protección térmica y climática que proporciona el Ártico. Nos enfrentamos a cambios bruscos de temperatura; medioambientales en general, con sequías y hambrunas que por primera vez pueden afectar a los países occidentales o denominados del primer mundo.
El Polo, una pequeña zona geográfica, que con el deshielo se convertirá en la zona geoestratégica más importante durante todo el siglo XXI. Las fronteras serán cuestionables y cuestionadas y el vecindario ártico será el escenario de la amenaza de la codicia de sus inquilinos y de los que no lo son.
Un Polo Norte navegable, la frontera de las potencias.
El Polo Norte será navegable más pronto que tarde y las potencias se empiezan a poner nerviosas, no por el hecho de evitar el desastre a nivel climático que supone, sino para aprovecharse de las oportunidades que ofrecerá el nuevo panorama mundial: materias primas, fuentes energéticas y nuevas rutas y vías de comunicación, entre otras muchas capacidades.
China
China, sin frontera directa en el Ártico toma posiciones, y desde 2013 es miembro observador del Consejo del Ártico. China quiere establecer lo que denomina la «nueva ruta de la seda polar» reduciendo el trayecto del comercio con Europa en 20 días hasta llegar a Rotterdam. El beneficio económico es evidente, pero hay más. Los recursos energéticos y materias primas que el Polo dejará libre es algo demasiado goloso para dejarlo pasar y no tomar parte. China ya ha dado claros ejemplos de ello en la explotación de recursos en el mar del Japón con disputas casi permanentes en este aspecto precisamente con Japón y Filipinas. En su libro blanco, China quiere dejar claro que no tiene ninguna reivindicación territorial en el Ártico (sobre el papel es lo que dice, la realidad está por ver y seguramente seamos testigos de ello), pero sí defiende su derecho de tránsito.
El crecimiento y expansión exacerbada de la marina china en los últimos años seguro que no es ajena a este nuevo desafío mundial, que afectará a las grandes potencias y a un vecino muy próximo de China, Rusia.
Rusia
En 2007 Rusia plantó su bandera en el fondo del Polo, en su misma vertical. Su propósito: probar que la tierra que se sitúa bajo el polo es una extensión de la plataforma continental de Siberia y reclamar así recursos tanto energéticos como estratégicos.
Aquel hecho fue restado de importancia y tachado de «gracieta» por aquel entonces. Hoy cobra máxima importancia.
Rusia lidera una carrera por hacerse con el control del Ártico y de sus recursos (más de un cuarto de las reservas fósiles mundiales están en el Polo). Se dice y se comenta que para la extracción de estos recursos, Rusia ha impulsado un ambicioso plan: el Proyecto Iceberg, en el que Rusia pretende enviar una flota de robots submarinos y embarcaciones no tripuladas para extraer esos recursos.
La Fundación para Estudios Avanzados de Rusia planea «el desarrollo de campos de hidrocarburos con total autonomía bajo el agua, bajo el hielo, en los mares del Ártico con severas condiciones de hielo». Un informe del TASS indica que esta misma fundación está trabajando en un avión no tripulado con autonomía para volar hasta cuatro días seguidos, y el desarrollo de demostradores tecnológicos que permitan el despegue y el aterrizaje vertical y en pista ultracorta. También en programas de colaboración conjunta con la universidad con proyectos de investigación para desarrollar UAV’s capaces de operar en el duro clima ártico.
En la rumorología existente sobre este asunto, hay quienes dicen que en realidad el Proyecto Iceberg es una cortina de humo para el desarrollo de sistemas militares bajo el hielo y el desarrollo de plantas nucleares subterráneas con la intención de estar en pleno funcionamiento para el 2020 (precisamente la misma fecha que dan los científicos para el deshielo del Polo).
La hipótesis de la cortina de humo no es descabellada. En los últimos tiempos, Rusia ha activado unas 50 bases exsoviéticas en el Ártico y la marina rusa tiene lo que denominan las nuevas Brigadas Árticas. También se han retomado desde el 2007 las patrullas regulares aéreas sobre el Ártico por parte de la flota de bombarderos estratégicos de Rusia.
Ahondando en la rumorología, hay quien dice que los reactores submarinos nucleares podrían ser utilizados para alimentar el previsto muro sonar conocido como «Harmony» que podría detectar y rastrear a los submarinos de la OTAN.
Una inquietud más. Con el deshielo del Polo, la tensión bélica puede subir a máximos nunca vistos hasta entonces.
Por primera vez podrían reunirse la Flota del Norte y la del Pacífico rusas en el Ártico. Exactamente igual podría hacer EE.UU.
Puede que la Guerra Fría, fuese fría también, y de una manera inconsciente en este sentido, porque el Ártico hacía de muro de contención. Un muro gélido que aseguraba la estabilidad, frágil y llena de momentos que cortaban la respiración, pero estabilidad al fin y al cabo, la vivida en aquel periodo. Y ahora que nos enfrentamos a un mañana sin hielo ¿Habrá, en contraposición a esa contención una «Guerra Caliente»?
¿Tienen el resto de los denominados «Artic Five» opciones de imponer su criterio, incluso su cordura?
Canadá
La marina de Canadá ha hecho muchos esfuerzos por intentar ser una marina de proyección oceánica, requisito más que interesante, necesario, para asegurarse un papel fuerte en el Polo, sin embargo no ha conseguido tener la capacidad de transporte marítimo, ni la capacidad de proyección de una fuerza naval significativa para poder catalogarse como una marina de aguas azules.
La falta de buques logísticos en Canadá parece una constante bien recordada en España con la participación del BAC Patiño durante dos años y medio en maniobras conjuntas con EE.UU y Canadá principalmente. Esta colaboración descansaba en el principio de solidaridad entre miembros de la OTAN para facilitar capacidades que otro carece (y en la posibilidad de interesarse Canadá por la adquisición de dichos buques).
La falta de buques de proyección y aprovisionamiento por parte de Canadá puede ser un problema serio en un país donde una gran extensión de costa se verá afectada por el deshielo del Ártico.
Sin embargo, los esfuerzos de Canadá han ido en otras direcciones. Desde el 2007 cobran protagonismo los ejercicios militares de entrenamiento «Operation Nanook»; inversiones importantes en rompehielos, en satélites y comunicaciones y en la adquisición de una base naval en la isla de Baffin. Canadá se prepara para garantizar la defensa de las fronteras que ya tiene, pero, ¿se atreverá a ir más allá?
Dinamarca y Noruega
Dinamarca y Noruega son los países nórdicos que completan el vecindario del Ártico con posesiones en el Ártico.
Dinamarca ha invertido cerca de 200 millones de dólares en los últimos cinco años en el refuerzo de sus capacidades militares para el Ártico. Las nuevas fragatas danesas utilizadas intensamente en el patrullaje de aguas del Polo son un claro ejemplo de ello. Dinamarca no descarta la creación de una Fuerza de Respuesta Ártica aunque sea de manera temporal para contrarrestar la amenaza rusa en el Ártico.
La singularidad y la importancia de Dinamarca en los asuntos del Ártico tiene un nombre propio: Groenlandia, con autonomía suficiente para decidir sobre las materias primas de su geografía.
Dinamarca reclama una extensión sobre el Ártico de 900.000 kilómetros cuadrados, lo que supone unas 20 veces su extensión. Dinamarca tiene disputas geográficas en el Ártico con Canadá (isla de Hans) y junto con Rusia, ninguno de los tres se ponen de acuerdo en cuanto a los límites propios de la cordillera Lomonosov que se extiende desde el norte de Groenlandia por el océano Ártico hasta Siberia.
Noruega también dirige esfuerzos en el mismo sentido que Dinamarca aunque de una manera menos evidente, pese a que su inversión en Defensa es el mayor de su Historia (aunque sin conseguir todavía el 2% que pide la OTAN). De momento, ha construido una pequeña flota de patrulleros y fragatas capaces de operar en aguas árticas.
Noruega tiene razones para estar preocupada, la amenaza del Ártico, se engloba en la amenaza rusa que también existe en el este. Juega además el papel de guardián del norte de la OTAN, pues ni Suecia ni Finlandia están en esta organización.
Para Noruega el Alto Norte es la cuestión estratégica más importante a tener en cuenta en los próximos años. En el Norwegian Government’s High North Strategy se pone de relevancia la actitud de colaboración y cooperación con Rusia en materia del Ártico aunque con la anexión de Crimea por parte de Rusia, la colaboración militar ha quedado suspendida y en una incógnita el resto de la estrategia.
Visto lo visto, fuerzas navales y no navales de EE.UU, Rusia, China y Europa en unos pocos millones de millas cuadradas puede llegar a ser más que preocupante a tenor de una tensión bélica al alza.
El Consejo Ártico creado en 1996 se ocupa únicamente de cuestiones medioambientales, científicas, y coordinación de emergencias. Tan solo contemplan dos acuerdos legalmente vinculantes: actuación en caso de derrame de petróleo en la zona y de colaboración marítima.
El Consejo del Ártico cada vez adquiere más protagonismo, como no podía ser de otra manera, debido al cambio climático. El riesgo de prospección en la zona y la exposición en la zona de nuevos recursos materiales está al alza. En este sentido ya hemos comentado la inclusión de China en el Consejo junto a otros 26 observadores. Paradójicamente la Unión Europea no está en esa lista, pese haberlo solicitado. Se le denegó la participación justificando la decisión por su carácter singular al estar a caballo entre ser un ente nacional y un organismo internacional, es decir, ser un organismo difuso en este sentido. En realidad parece que tiene más peso específico las desavenencias que Canadá tiene con la Unión Europea en cuanto a lo relativo de los asuntos comerciales derivados de la caza de la foca.
Tres posturas claras en cuanto al Ártico. Expansionismo y afán de conquista son las posturas determinantes de Rusia y China; actitud pasiva y defensa del área de influencia, las llevadas a término por Canadá y los países nórdicos (seguramente por no poder ir más allá en su determinación); una postura de inacción o de indeterminación sobre el Polo Norte, es el caso de la Unión Europea que no acaba de ser determinante en este aspecto (ni en muchos otros). También es el caso de EE.UU, pero por otras razones.
EE.UU está dibujando e intensificando su área de influencia en el Pacífico y Sudeste Asiático y aunque parezca inquietante la falta de interés en el Polo, es precisamente por eso mismo, porque es apariencia.
EE.UU ya hizo sus deberes en cuanto a la cuestión del Polo. Fue, vio y analizó.
Si la vanguardia en un futuro próximo para China y Rusia, rivales directos de EE.UU, está en el Polo Norte, su retaguardia será el Pacífico y si todos se afanan por ocupar posiciones en el Polo, habrá otras zonas que dejarán de estarlo, la retaguardia por ejemplo, y esa puede ser una de las razones por las que EE.UU centra sus esfuerzos en el Pacífico y en Asia.
Las conversaciones, aparentemente de concordia con Corea del Norte, ¿son honestas? O ¿sirven para desestabilizar el corazón de Asia? Y hoy sigue siendo cierto aquello de que aquel que domine el corazón de Asia, dominará el mundo.
¿La falta de iniciativa expansionista en el Polo por parte de los países occidentales, responde a un descanso de dicha iniciativa en las espaldas de la OTAN o es simplemente por incapacidad de llevarla a cabo?
Los riesgos que amenazan Europa son muchos. No es probable que el conflicto provenga del Polo, no al menos en el futuro próximo, pero sí la nueva geo-estrategia estará determinada por los cambios geográficos que el efecto del cambio climático disponga.
Un Polo Norte navegable, una nueva costura de Europa.
3 Comentarios. Dejar nuevo
Tiene buena pinta esta saga de las Costuras de Europa, pero no sé si esta última entrega será un poco alarmista. En cualquier caso es una buena reflexión.
Gracias Corbián. Es posible que suene un poco exagerado, pero estoy convencido de que un Polo Norte navegable será el asunto más importante a tratar en el siglo XXI. No sólo por el hecho de que lo sea sino por todas las consecuencias que trae consigo.
Un saludo.
Saludos y enhorabuena por el artículo. No lo veo alarmista, ahora que ya no habrá distraciones en Afganistán, que la OTAN necesita nuevas misiones para existir y que Rusia tiene las mejores cartas (geografía y medios). La UE no se menciona en el artículo pero con tres países árticos ya ha desarrollado su estrategia para no quedarse fuera https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters-homepage/20956/arctic-short-introduction_en_en. Así que el artículo no es nada alarmista, el cambio climático acaba de servir un nuevo escenario geopolítico, cuestion de (poco) tiempo.