NUEVOS RETOS Y AMENAZAS A LOS QUE OCCIDENTE DEBE HACER FRENTE. GESTIÓN DE LA SEGURIDAD GLOBAL. PERSPECTIVAS DE RIESGO EN EL SIGLO XXI.
Hoy es cuando el mundo, más interdependiente que nunca, busca diferentes canales de actuación, cada cual más complejo y difuso, para hacer frente a los problemas de seguridad. Globalización, conflicto y seguridad amalgaman una realidad desconcertante que se mantiene en la agenda internacional día sí y otro también.
La política internacional se mueve en un entorno que oscila entre la integración política-económica y el realismo político-militar. De cualquier modo, los problemas de seguridad internacional han dejado de ser un problema exclusivamente militar para abarcar todo un abanico de dimensiones y escenarios.
La remodelación del mapa político del mundo a consecuencia de la globalización está siendo labrado a partir de la innovación tecnológica y del fanatismo ideológico y/o religioso. Las nuevas tecnologías, internet, el fenómeno de las redes sociales, nuevas maneras de comunicación y la vulnerabilidad tecnológica de los que no están preparados son ya aspectos a tener muy en cuenta e ingredientes esenciales en el devenir de la sociedad. El fanatismo hoy, tanto ideológico como religioso nos recuerda que hay muchos más factores además del económico capaces de desestabilizar la sociedad occidental. Un aumento de estas ideas, que se apoyan además en la innovación tecnológica para desarrollarse, hacen que sean instrumentos principales de la globalización en la remodelación de un mundo cada vez más cambiante.
La innovación tecnológica es una realidad que ha dado visibilidad a los problemas de seguridad militar y económicos y que además ha acentuado esta desigualdad. En cuanto al fanatismo ideológico o religioso puede ser tratado como una extensión del nacionalismo que busca romper la unidad nacional en un montón diverso de entidades políticas independientes. Los compromisos políticos, económicos o culturales son un juego de poco valor al servicio de los caprichos de pequeños grupos cuyo verdadero objetivo es trastornar el statu quo.
La OTAN; el extinto Pacto de Varsovia; La ONU; la OSCE; la Organización de Estados Americanos; Organización de Países Exportadores de Petróleo,… son organizaciones instrumentales que abarcan territorios mayores al de un estado-nación y que están supeditados a una función: la seguridad global, equiparando la gobernanza nacional y aprovechándose de las ventajas específicas que pueden ofrecer sistemas territoriales mayores.
Centrémonos por un momento en Europa. La dinámica de seguridad llevada a cabo por los países europeos han fomentado que ésta descanse en tres instituciones principales: la OTAN, UE y OSCE.
La flexibilidad y dinamismo de la seguridad europea se manifiesta en la capacidad que tuvo la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) con su decálogo del Acta de Helsinki incluyendo a países de la órbita soviética y también la URSS de llevar a cabo las transformaciones necesarias a partir de la Conferencia de París de 1990 por la finalización de la Guerra Fría y el desmembramiento del bloque soviético. Principalmente en las labores acaecidas tras la desintegración de la antigua Yugoslavia. La CSCE dio lugar a la OSCE donde hoy es la organización regional más grande del mundo reconocida por la ONU en su labor integradora abarcando en sus filas toda Europa, EE.UU y Canadá, la Federación Rusa y países de Asia Central.
Por otra parte la UE contempla según el Tratado de Bruselas de la UEO de mayo de 1948 enmendado en París en 1954, en su artículo VIII punto 3:
“Que a petición de cualquiera de ellos, se convocará inmediatamente al Consejo con el fin de que las Altas Partes Contratantes puedan celebrar consultas sobre cualquier situación que constituya una amenaza contra la paz, sea cual fuere el lugar donde se produzca o ponga en peligro la estabilidad económica”.
En un mismo orden de cosas, la OTAN en su artículo 5 dice:
“Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas […]”
No se pude dejar de lado la carrera des-armamentística actual y que afecta a la seguridad global y que hoy pone de relieve más que la estabilidad la incertidumbre del mundo en que vivimos.
Tratado de eliminación de misiles de mediano y corto alcance, INF (sus siglas en inglés).
Este tratado firmado por Rusia y EE.UU en 1987 ponía de relieve la necesidad de eliminación de este tipo de armas. Hecho que se consiguió en 1991, pero que hoy Rusia mira con recelo y amenaza con romperlo a propósito del escudo antimisiles que EE.UU desarrolla y que involucra a países de Europa.
Tratado de armas convencionales en Europa, FACE.
Donde en 1992 se estableció el equipamiento máximo de armamento convencional que los países firmantes podían alcanzar a fin y en pro de una estabilidad duradera. Así por ejemplo desde el océano Atlántico hasta los Urales, los países firmantes no podían disponer de más de 40 000 carros de combate, 60 000 vehículos de combate armados o más de 4 000 helicópteros de ataque. En el año 2007 Rusia suspendió el acuerdo y en 2015 abandonó el Tratado.
El Tratado para la reducción de armas nucleares estratégicas, START.
Ratificado, este sí, en 2010 por Rusia y EE.UU para seguir reduciendo el armamento nuclear fijado en la actualidad en un techo máximo de 1550 cabezas nucleares (una reducción del 74% con respecto a la primera firma).
La OTAN desde que afianzó su estrategia de defensa inteligente (Smart Defence) se propone afrontar los nuevos retos del siglo XXI y que cada vez son más difusos:
- Terrorismo.
- Inestabilidad internacional.
- Tráfico de armas, drogas y seres humanos.
- Ataques en el espacio cibernético y comunicaciones.
- Ataques a infraestructuras críticas.
Como también hacer frente a los cambios tecnológicos, la escasez de recursos, riesgos sanitarios y medioambientales y todo ello renunciando a una defensa estática y aceptando hacer frente a “cualquier amenaza que afecte a la seguridad y protección de nuestras poblaciones allí donde sea necesario”.


La inestabilidad mundial viene determinada en gran medida por el devenir político global: la corrupción; el auge de ciertas ideas políticas y discursos radicalizados que buscan la simpatía de los desfavorecidos por las políticas anteriores y una debilidad institucional, marcan hitos, que por sí solos preocuparían a cualquier nación, máxime cuando los tres se dan de manera generalizada.
La inestabilidad del estado, esto es, un estado débil, provoca inseguridad sin calificativos, o si se prefiere con todos los calificativos posibles. Un estado débil, en ocasiones, es peor que un estado fallido porque en un estado débil se da de manera inherente a él mismo la corrupción. Un estado corrupto lo es porque lo son sus instituciones, sus gobernantes, sus funcionarios y pueden garantizar conflictos interesados según les convenga a partir de sobornos y corruptelas. Un estado fallido no puede garantizar eso porque no existe como tal.
El problema de la debilidad institucional y por lo tanto de una falta de democracia consolidada se da de manera más evidente en América en donde se dan el 31% de los homicidios que se producen anualmente en el mundo, mientras que en Europa esta cifra se reduce hasta el 5%.


¿Cuál es la relación de estos homicidios con la debilidad del estado? El crimen organizado cuya finalidad es el beneficio económico y donde tienen más posibilidades de obtenerlo es en aquellos lugares donde existe una debilidad estatal.
La criminalidad organizada y la corrupción son un binomio inseparable que entorpece la eficiencia y el desarrollo del libre mercado. Los sectores de actuación de la criminalidad organizada corresponden principalmente a: el narcotráfico, inmigración ilegal, tráfico de armas, blanqueo de capitales, contrabando, trata de blancas, falsificación, tráfico de fauna y flora, tráfico de medicamentos, extorsión, fraude, delitos informáticos…
Cuanto más desarrollada sea una sociedad, mayor importancia tendrán los sistemas de información y comunicaciones.
La OTAN ha definido la ciberdefensa como:
“la aplicación de medidas para proteger las infraestructuras de los sistemas de información y comunicaciones frente a los ciberataques”.
Las sociedades occidentales, Europa y América principalmente, en el desarrollo de las políticas de defensa cibernética a menudo tratan las comunicaciones e internet como infraestructuras críticas, no sólo por el hecho de serlo, sino también por el soporte que dan para el funcionamiento de las mismas.
La ciberdefensa debe empezar por garantizar una serie de compromisos:
- La coordinación del sector público y privado.
- La compatibilidad de derechos y libertades individuales.
- Establecimiento de sistemas de respuesta a los ciberataques.
- Fomentar la cooperación internacional.
Para hacerse una idea del problema de la seguridad en este ámbito, algunos números. El Departamento de Defensa de EE.UU tiene más de 5 millones de ordenadores conectados a 100 000 redes, que están además ubicados en 1500 sitios de más de 65 países en todo el mundo.
La media anual de ataques sufridos por el Pentágono son de 80 000 intentos, la mayoría procedente de China y Rusia. Muchos de los países de occidente miran también con recelo a Pekín, especialmente en el ataque a las redes de comunicación diplomáticas y de defensa.

En España las cifras son más modestas pero crecen cada vez más.

El ciberespionaje es la mayor amenaza cibernética actualmente y está dirigida principalmente a los sistemas de información de corporaciones industriales, empresas de defensa, alta tecnología, automoción, transportes, instituciones de investigación y administraciones públicas.
La UE en 2005 adopta la decisión marco de reforzar la cooperación judicial entre los Estados miembros principalmente en la denuncia de un acceso no autorizado a sus sistemas informáticos.
Países como Alemania han orientado sus esfuerzos en este ámbito en la creación de un Plan Nacional para la “Protección de infraestructuras de información” estableciendo tres objetivos:
- Prevención: protección de infraestructuras de información.
- Preparación: responder de una manera efectiva a los incidentes de seguridad.
- Sostenibilidad: mejorar las competencias de Alemania en las TI y desarrollar estándares internacionales.
Francia, al igual que Alemania, propone un “Plan de mejora de la seguridad de los sistemas de información del estado” (2004). Entre sus objetivos:
- Asegurar los medios de transmisión de las altas autoridades.
- Asegurar los sistemas de información de las administraciones.
- Establecer capacidades operativas de respuesta a los ataques informáticos.
- Incluir la política francesa de seguridad de los sistemas de información en el marco de la UE.
Sin embargo quien marca la referencia en el aspecto de la seguridad informática es EE.UU. Tras el atentado del 11-S en el año 2001 se desarrolla la “National strategy to rescue cyberspace” que fija una serie de prioridades:
- Prioridad I: sistema de respuesta de la seguridad del ciberespacio nacional.
- Prioridad II: programa de reducción de las amenazas y vulnerabilidades para la seguridad del ciberespacio nacional.
- Prioridad III: programa de formación y concienciación de la seguridad del ciberespacio nacional.
- Prioridad IV: asegurar el ciberespacio gubernamental.
- Prioridad V: cooperación entre la Seguridad Nacional y la seguridad del ciberespacio internacional.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD) denomina a la ciberdefensa como “Operaciones de redes de ordenadores” e incluye la posibilidad de:
- Atacar, interrumpir o alterar las redes de ordenadores enemigos.
- Defender los sistemas de información propios.
- Recolectar información de inteligencia.
Por su parte la OTAN, creó en el 2004 el centro de respuesta NATO Computer Incident Response Capability (NCIRC). Después de lo sucedido en Estonia, aprobó, ya en el 2008 la política de seguridad en ciberdefensa y el acuerdo con los países miembros sobre el “concepto de ciberdefensa de la OTAN”.
El informe de Gabriel Weiman del United States Institute of Peace de marzo de 2004 indica que “virtualmente todo grupo terrorista ha establecido su presencia en internet» ya que ofrece:
- Un medio de divulgación amplio y económico.
- Capacidad de obtener información sobre objetivos sin necesidad de romper ningún sistema.
- Comunicaciones seguras.
- Nuevas formas de financiación a través del fraude electrónico.
Hoy en día el terrorismo es una permanente amenaza en occidente más que un hecho, sobre todo si se compara el número de ataques terroristas, su efectividad y grado de violencia con respecto a los países de Oriente Medio y las zonas de influencia del autodenominado Estado Islámico.
El auge del terrorismo islámico internacional contra objetivos occidentales adquiere mayor protagonismo en los primeros años del siglo XXI con el atentado de las torres gemelas en 2001, siendo el grupo terrorista Al Qaeda y su líder Osama Ben Laden los encargados de aterrorizar a Occidente durante los últimos años del siglo XX y la primera década del 2000.
El 2001 marca un antes y un después en la lucha contra el terrorismo, involucrándose la OTAN de lleno en la persecución de estos grupos. Se crean misiones permanentes para la lucha contra el terrorismo como es la SNMG2 en el Mediterráneo, o las diferentes participaciones en Oriente Medio lideradas por EE.UU. En el año 2004 es Madrid la encargada de sufrir el terrorismo islámico y en 2005 sería el turno de Londres.
Más recientemente, los últimos países de Europa en sufrir el ataque terrorista islámico fueron Bélgica, Francia y Alemania, protagonizados esta vez por el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico.
En este aspecto los terroristas islámicos ganan por el momento la batalla en Europa, no por el número de atentados perpetrados sino por el miedo institucionalizado que tiene Europa por sufrir un atentado ¿Por qué este miedo? Por miedo a perder un bienestar consolidado, una forma de vida occidental, muchas veces mal entendido y que se quiere mantener y exigir sin ninguno o poco esfuerzo en su defensa.
Esta apatía moral, ética, religiosa, política y social que adolece Europa y Occidente en general, deriva luego en los triunfos de los discursos extremos y radicales. Cuando se creó la OTAN en 1949, entre sus objetivos (de los que ya hemos hablado en artículos anteriores) destacaba la lucha contra los nacionalismos. Hoy vuelven a estar en auge en Europa y partidos radicalizados ganan terreno en el ámbito gubernamental, político e institucional, no sin un clamor popular. Pero esto no es sólo un problema de Europa. Hemos visto como un Donald Trump desligado de cualquier atisbo de experiencia política y de gestión pública ganaba unas elecciones en EE.UU con un discurso profundamente nacionalista y radical.
Hoy Europa defiende en su frontera este, los países Bálticos en el marco desarrollado por la conferencia de Varsovia de julio de 2016 en el entorno de las nuevas NRF/VJTF adoptadas por la OTAN en la Conferencia de Gales de 2014 para hacer frente a una amenaza cada vez más activa y visible de Rusia.
Hemos oído hablar mucho de los conflictos asimétricos, híbridos, guerras de tercera, cuarta, quinta generación… pero la existencia de todos ellos no elimina la amenaza de la más convencional de todas. El enfrentamiento de un bloque perfectamente definido contra otro. Rusia contra Occidente.
Las fuerzas competenciales en el mundo actual son policéntricas. Las ideas occidentales varían de democráticas a totalitarias; las ideas comunistas de revolucionarias a revisionistas; la neutralidad se mueve en una horquilla que va desde ideas pasivas hasta una fuerte dedicación a la resolución de conflictos en el mantenimiento de la paz.
Los problemas, retos y amenazas analizados por bloques supranacionales no afectan por igual. En los países subdesarrollados, la supervivencia acapara toda la preocupación. En los países subdesarrollados más desarrollados buscan ampliar y diversificar sus economías, mientras que los países desarrollados buscan la constante especialización y la excelencia en la calidad.
La inmigración y la polución ambiental. El cambio climático, incluyendo la vivencia en la antesala del impacto que resultará de un Polo Norte navegable. La escasez de materias primas, junto con los retos tecnológicos, la amenaza de viejos problemas como los nacionalismos, regionalismos y populismos, son demasiadas incertidumbres a las que hacer frente para confiar en un siglo XXI lejos de convulsiones.
La Seguridad Global es entendida como una amalgama entre dos dimensiones. Una, la que nos permite interactuar, participar, influir en el sistema internacional sintiéndonos más o menos integrados o desintegrados a partir del reconocimiento de ciertas tendencias históricas; y la otra, la que permite hacer un contraste entre nuestras tradiciones, intereses y expectativas, y los riesgos, amenazas y peligros que percibimos como partes que somos de ese mismo sistema.
La primera parte es seguridad constructiva y nos permite evaluar qué tan caótico nos parece el sistema global en que nos encontramos y cuál es el papel que jugamos en ese escenario.
A la segunda la llamamos seguridad selectiva y es la que nos permite discriminar con claridad qué es lo que somos, qué es lo que queremos y cómo podemos lograrlo.
Acabo mirando al pasado. En el libro Los cañones de agosto, que narra la cronología y los aspectos que llevaron al mundo a la Primera Guerra Mundial y que bien se puede aplicar al mundo de hoy dice:
“Una guerra en el siglo XX sería de tal magnitud, afirmaba, que sus inevitables consecuencias de desastre comercial, ruina financiera y sufrimientos individuales eran tan evidentes que la hacían completamente inconcebible”.