ADECUACIÓN DEL NIVEL DE RESPUESTA Y APLICACIÓN DE LA SOLUCIÓN DADA A PARTIR DE LA EVOLUCIÓN DE LAS DISTINTAS ETAPAS QUE CONFORMAN EL CONFLICTO
El conflicto es un fenómeno dinámico asociado a un cambio social que hace inevitable la movilización de todos los agentes protagonistas desde un estado de confort (anterior al conflicto) hacia una búsqueda activa de soluciones.
La evolución del conflicto y su duración dependerán de la estrategia adoptada y de la acción táctica llevada a cabo por los actores principales. Es fundamental analizar la etapa en la que se encuentra el conflicto y adecuar una respuesta proporcionada a la fase del conflicto.
Definir su origen es muy complicado por su constante evolución, una pequeña diferencia social, racial, económica, cultural o demográfica, puede ser el inicio de un problema mayor. Esas diferencias pueden provocar un cambio de interlocutores válidos para afrontar el conflicto debido a guerras internas por el poder. También pueden dar origen a un cambio de objetivos o pueden ramificarse e iniciar nuevos conflictos u otros conflictos secundarios. Por eso al echar la vista hacia atrás para encontrar el origen del problema, es a veces tan complicado.
Un conflicto tiene todo un recorrido, una fase de escalada hasta llegar a su máximo exponente que es la guerra. Dependiendo del punto en que se encuentre el conflicto, las acciones serán unas u otras. En una fase inicial será apropiado dirigir los esfuerzos hacia la transformación del conflicto. Según evolucione hacia un aumento de la beligerancia, habrá que tomar medidas que involucren un mayor esfuerzo e incluso una participación internacional capaz de mediar con el fin de solventarlo. Cuando la fase de escalada llega ya a una actitud violenta, las negociaciones y los esfuerzos diplomáticos deben de quedar en un segundo plano para poner todo el énfasis en la contención del conflicto.
La etapa temprana de un conflicto, su preámbulo, es la diferencia. Es el germen de algo que puede crecer y difícil de detectar. Una respuesta estratégica a esta fase inicial bien podría ser la construcción de una paz cultural. Es necesario porque en este inicio del conflicto hay una actitud pasiva hacia un problema que provoca una ceguera social capaz de justificar la diferencia creada (violencia cultural). La solución de la diferencia pasa por modificar la actitud cegadora del problema. La educación, el apoyo institucional y llevar una labor investigadora y de seguimiento para poder anticiparse a los problemas son fundamentales.
El siguiente escalón en la fase de ascenso gradual de un conflicto es la etapa de contradicción. La contradicción junto con la diferencia son las etapas más propicias en el seno de un conflicto donde poder llevar a cabo esfuerzos para la transformación de un conflicto.
La contradicción sugiere como respuesta estratégica la construcción de una paz estructural. Como en el caso anterior, esto es debido a la existencia de un tipo de violencia estructural que envuelve al conflicto. La violencia estructural supone una violencia no directa causada por otras acciones, por ejemplo la muerte de población infantil por falta de alimentos y hambruna generalizada. Si se resuelve el problema de la hambruna desaparecerán las muertes por esta causa, es decir, resolver las incompatibilidades que dan lugar a las contradicciones del problema. Una fuerte ayuda al desarrollo, incentivar el fortalecimiento de la sociedad civil, fortalecer los derechos humanos y mantener mediadores por medio de la segunda vía sería lo mejor que se puede hacer para afrontar el conflicto en esta fase.
Las diferentes vías de negociación son las protagonistas, son las ejecutoras válidas de las diferentes medidas diplomáticas necesarias para la resolución de conflictos. Según el pulso tomado al conflicto entrarán en juego una u otra vía.
Tan importante como el contenido de las negociaciones es la naturaleza de los interlocutores que negocian y cómo lo negocian. Lo que se negocia, quien lo negocia y cómo lo negocia conforman la vía de negociación.
Hay tres tipos de vías fundamentales que se pueden llevar a cabo en el desarrollo de un conflicto.
La primera vía. Es el vértice piramidal en donde tienen lugar las negociaciones al más alto nivel. Los encargados de llevar a cabo dichas negociaciones son altos líderes nacionales e internacionales. Su misión es acordar el mantenimiento de la paz, el apoyo a la paz, hacer una labor de arbitraje y también de mediadores. En este tipo de negociaciones el poder de intercambio o el poder como amenaza han de ser las claves del éxito en la resolución del conflicto. La mediación y negociación por medio de la primera vía no tiene cabida en las etapas iniciales de un conflicto. Como ya se apuntó, sólo en las fases iniciales del conflicto pueden darse los trabajos para la transformación del conflicto y suavizarlo. Una negociación en los términos de la primera vía, sería del todo contraproducente. Es en la fase de violencia directa en un conflicto cuando este tipo de negociación cobra sentido.
La segunda vía. Son los líderes regionales que de manera oficiosa deben propiciar reuniones para la solución de los problemas emergentes. Se ha de buscar de manera activa las soluciones a los problemas con un espíritu integrador. Las buenas maneras, la meditación pura, los buenos oficios tienen que ser la clave a este nivel, en definitiva el predominio del poder integrador y del intercambio. La segunda vía conforma el cuerpo de una pirámide igual que el vértice lo es a la primera vía.
La tercera vía, bien podría ser una subdivisión de la segunda vía y simboliza la base de la pirámide. Lo conforman grupos locales integrados completamente en la sociedad. Su labor principal es la cohesión social, buscar espacios comunes para lograr acuerdos. Como sus integrantes son la base de la sociedad, hace que la tercera vía tenga un valor muy destacado en la etapa inicial de un conflicto, en la diferencia.
El poder como amenaza sugiere una negociación dura cuando el objetivo es una contención de la violencia, se trata de la consecución de objetivos por medio de amenazas: “Haz lo que quiero o te haré lo que no quieres”.
El poder de intercambio rebaja el tono del poder anterior. La naturaleza de este poder sugiere mantener negociaciones por medio de la cesión o el regateo: “Haz lo que quiero y haré lo que quieres”.
El poder integrador es el único que busca la solución de problemas en común con ambas partes. Se basa en la persuasión, en convencer a la otra parte: “Juntos podemos hacer algo mejor para ambos”.
Tanto el poder integrador como el poder de intercambio son métodos válidos de negociación para la segunda y tercera vía. Son conocidos como «poderes blandos» y el poder como amenaza es considerado como «poder duro» válido únicamente en las negociaciones por la primera vía.
Tras las etapas de diferencia y contradicción mencionadas anteriormente, el conflicto avanza hacia la etapa de polarización. El grado elevado del conflicto en este punto sugiere una respuesta que involucre a las élites para un establecimiento de la paz. En esta fase sólo cabe llegar a un acuerdo para arreglar el conflicto o de lo contrario entrará en su fase violenta. El establecimiento de la paz por medio de las élites se puede conseguir a partir de enviados especiales y por mediación oficial, a través de negociaciones diplomáticas coercitivas incluso mediando por la primera vía si fuera necesario y establecer un mantenimiento de la paz preventivo a toda costa.
Violencia. La escalada del conflicto está muy pronto de alcanzar su máxima expresión. Todas las negociaciones anteriores a este punto han fracasado y el mantenimiento de la paz es la única barrera válida para frenar el auge del conflicto. La solución válida para el mantenimiento de la paz son las fuerzas de interposición. El despliegue de tropas militares con carácter disuasorio que eviten el aumento de la violencia. En paralelo a esta medida, las reuniones y negociaciones al más alto nivel por la primera vía no deben cesar.
Lo que nunca debería llegar, llega, Guerra. Es la máxima expresión de violencia a la que puede llegar un conflicto. En esta fase del conflicto lo único que cuenta como respuesta factible es poder llegar a limitarla. Su limitación en grado de violencia y su limitación en el tiempo. Para ello sólo tienen cabida las misiones de imposición de la paz a partir de misiones que pueden ser internacionales. La intervención militar es imprescindible y todas las instituciones deben trabajar para conseguir un apoyo unánime a la paz y una estabilización del conflicto. Por otra parte, ceder para evitar la guerra, o mantener negociaciones tolerantes por la segunda o tercera vía con la esperanza de evitar la guerra sería del todo estéril. «Quién quiera evitar la guerra a cambio del deshonor conseguirá el deshonor y no evitará la guerra» (clara alusión a Winston Churchill).
Desde el inicio de la escalada violenta del conflicto, las etapas del mismo seguían una dinámica secuencial. Las fases de desaceleración del conflicto deberían seguir una dinámica de simultaneidad entre ellas y no esperar a completar cada una de las mismas para empezar a llevar a cabo la siguiente. La desaceleración del conflicto mantiene una cierta simetría con respecto a la fase de ascenso gradual del conflicto.
El alto el fuego es la etapa necesaria para iniciar la desescalada. La respuesta lógica en esta etapa, el mantenimiento de la paz. El mantenimiento de la paz ha de ser preventivo. En esta fase del conflicto se tiene que llevar a cabo un desarme de las partes que entablan conflicto claramente verificable y el establecimiento de una reforma en profundidad del sector de la seguridad. Para ello hay que fomentar la confianza con medidas de mejora de la seguridad. Es necesario que poco a poco una policía formada pueda ir ejerciendo su papel con el apoyo constante de las fuerzas militares de intervención. En esta etapa del conflicto aún no se dan las características necesarias para afianzar las negociaciones por una segunda vía y hay que velar con excesivo celo para no desandar el camino empezado.
Acuerdo. Las élites se reúnen para negociar al más alto nivel. Se trata de arreglar el conflicto mediante acuerdos. La manera de conseguirlo es a través de reformas constitucionales, creación o reformas de leyes electorales. Se inicia un diálogo entre las partes y se llega a acuerdos compartidos y a un poder descentralizado para evitar la concentración de todo el poder en un solo bando. Se trata de solucionar los problemas.
Normalización. Siguiendo la simetría en las fases del conflicto hace falta en esta etapa la construcción de una paz estructural. Para conseguirlo, la seguridad ha de ser colectiva. Los acuerdos de cooperación junto con la ayuda internacional al desarrollo son muy importantes en esta fase. La cooperación y desarrollo económicos son fundamentales para crear de nuevo un tejido industrial, económico y financiero y poder aumentar la prosperidad de la sociedad. Los acuerdos por la segunda vía han de ser la constante.
La reconciliación es la fase final en el que el conflicto completa sus etapas. Es donde la transformación del conflicto tiene lugar. Se debe construir la paz cultural a partir de comisiones de investigación, mejora de los medios de comunicación para la paz. La paz debe llegar a todos. La mejora de la educación y el fomento de los intercambios culturales propiciarán la estabilización de la sociedad.
El alto el fuego, el acuerdo, la normalización y la reconciliación suponen un esfuerzo mayor que la fase de escalada, pues como ya se ha dicho no es un proceso secuencial sino una dinámica simultánea, por lo que el grado de compromiso y trabajo ha de ser mucho mayor. Es más fácil destruir que construir.
Diferenciar cada una de estas fases y saber actuar en cada una de ellas es lo realmente complicado.
El filósofo británico Stuart Mill escribió antes de las batallas del Somme y Verdún que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial:
“La guerra es un asunto feo, pero no el más feo de todos, el deterioro y la decadencia del sentimiento moral y patriótico que considera que nada merece una guerra es mucho peor”.
8 Comentarios. Dejar nuevo
Magnífico artículo, con un razonamiento muy exhaustivo sobre el conflicto. Me gusta mucho el entrecomillado final, que es reflejo de la sociedad apática en la que se ha convertido la española. Gracias.
¡Gracias Luis!
Me alegro que te guste.
¡Un abrazo fuerte!
Muy bueno y profundo. Bien documentado. Magnífico trabajo.Se podría aplicar casi prácticamente a la política actual
¡Muchas gracias!
¡Un abrazo fuerte!
Fantástico trabajo aplicable a la situación mundial de hoy día.
Muchas gracias!
Me alegro que te guste.
Muy interesante la visión de simetría evolutiva hasta y desde el conflicto!
Gracias por continuar con este blog.
Gracias por lo ánimos Pablo!!
Un abrazo fuerte!!